¿Por qué los perros se quedan pegados al aparearse?

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El apareamiento de los perros incluye una fase muy característica que recibe el nombre de acoplamiento. Es inconfundible porque en ella parece que ambos perros se quedan completamente pegados.

Como decimos, es una fase normal que, se supone, juega un papel en el éxito reproductivo de la especie. Por ello, en principio, no tenemos que intervenir. Pero, si este acoplamiento se prolonga, puede indicarnos un problema.

El acoplamiento de los perros

Podemos definir el acoplamiento como la fuerte unión física que se establece entre el perro y la perra durante el apareamiento. Cuando el miembro del macho logra introducirse en el aparato reproductor de la hembra, el bulbo, que se localiza en su base, se agranda. Si no lo hace, el apareamiento no puede producirse.

Tampoco se consigue si el bulbo se hincha con anterioridad al acto, pues no podría introducirse todo el miembro. Este bulbo es el denominado bulbo del glande. Se trata de una estructura de tejido eréctil. Al hincharse durante la reproducción queda fijado dentro del aparato reproducto femenino con la ayuda de los potentes músculos constrictores de la vulva de la perra.

Todavía no está clara cuál es la función exacta del acoplamiento, pero se cree que estimula la eyaculación y mantiene sujeto el miembro del macho mientras finaliza. Aunque se ha comprobado que su duración no influye en las posibilidades de que se produzca o no la fecundación ni en el número de cachorros que se conciban.

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¿Cuánto tiempo dura el acoplamiento en perros?

Se considera que para que el acoplamiento resulte eficaz en su función de asegurar que el esperma llegue al aparato reproductor de la perra tiene que durar, como mínimo, dos o tres minutos. Pero es muy frecuente que los acoplamientos se prolonguen desde los 10 hasta los 40 minutos.

En vista de estos datos, un acoplamiento se considerará excesivo siempre que su duración exceda de una hora. En estos casos puede haber un problema físico que es lo que está impidiendo la separación de la pareja.

¿Por qué los perros no se despegan tras cruzarse?

Si los perros llevan más de una hora en situación de acoplamiento, hay que intervenir. Se cree que se debe a que se produce un espasmo en el anillo vulvar constrictor que mantiene sujeto el bulbo del glande.

Esta situación hace que la erección del perro no pueda disminuir, al mantenerse una gran cantidad de sangre en la zona. Si transcurre mucho tiempo es probable que los perros se pongan nerviosos y comiencen a dar tirones para liberarse. Esto no hace más que agravar el problema.

¿Se puede despegar a los perros cuando se cruzan?

Entendiendo lo que está sucediendo a nivel físico es fácil comprender que no solo no vamos a separar a los perros por la fuerza, sino que, de hacerlo, podríamos causar graves lesiones en los genitales de ambos. Aunque se trate de un apareamiento no deseado, hay que permitir que este concluya y acudir después al veterinario. Por ello ten en cuenta estos consejos:

  • Mantén la calma. Si los perros están alterándose, actuar con nerviosismo solo va a incrementar su estrés. El resultado pueden ser más movimientos y, en consecuencia, más lesiones.
  • No tires ni del macho ni de la hembra.
  • No les eches agua encima.

Separar a dos perros enganchados

En primer lugar, despegar a dos perros que se aparean solo debe hacerse si llevan unidos más de una hora. Menos tiempo se considera un acoplamiento normal y, por lo tanto, nunca hay que intervenir. Es normal que la perra gima, aúlle o gruña durante el acoplamiento. Esta reacción no requiere separarla del macho.

La separación puede hacerse con una maniobra relativamente sencilla. Pero si estás muy nervioso, no te ves capaz de realizarla o lo has intentado pero no lo has conseguido, llama al veterinario. Nunca fuerces ni insistas, pues podrías lastimar a los perros o incluso recibir algún mordisco.

Cómo separar a dos perros que quedan pegados

Para iniciar la maniobra de separación el macho debe estar en posición de monta. Al eyacular es habitual que el perro pase sus patas delanteras hacia uno de los costados de la perra o incluso se gire por completo, siguiendo unidos pero dándose la espalda. Si es el caso, hay que mover con cuidado al perro.

El objetivo a conseguir es volver a ponerlo sobre la hembra, con una pata delantera a cada lado de ella. Una vez bien situado hay que empujar con suavidad su grupa hacia el interior de la perra.

Es decir, la idea es aumentar la profundidad de la penetración para que el anillo vulvar que constriñe el bulbo deje de apretar. De esta manera, el bulbo recupera su tamaño y el pene puede liberarse.

Bibliografía
Carlson y Giffin. 2002. Manual práctico de veterinaria canina. Madrid. Editorial el Drac.

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