¿Por qué mi perro me trae cosas cuando llego a casa?

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¿Te ha pasado que nada más entras en casa tu perro te recibe contento llevando algún objeto en su boca? Ya sea su juguete favorito, un hueso recreativo o algún objeto que ha hurtado, no es extraño que los perros nos traigan de todo.

A continuación vamos a explicar qué pretende tu perro cuando toma algo con la boca y te lo acerca, a qué se debe este comportamiento y cuál tiene que ser tu reacción para que la comunicación con él sea fluida.

Lo que hacen los perros para llamar la atención

En lo primero en lo que tenemos que pensar cuando nuestro perro nos recibe con algún objeto en la boca es que quiere pedirnos algo. Reclama nuestra atención con algún objetivo. En cuanto entramos, en general va a hacer siempre la misma secuencia de movimientos, con alguna ligera variación.

Seguro que lo identificas: el perro se te acerca contento, moviendo, más que la cola, toda la parte posterior de su cuerpo, y se aproxima, no directamente, sino yendo de un lado a otro, como enseñándonos el objeto que lleva en la boca. Y es cierto, nos lo muestra, pero aparta la cara sutilmente para que podamos verlo pero no quitárselo.

Otros perros se sientan y dejan el objeto en el suelo, entre sus patas. Pero eso no significa que nos lo dejen, ya que, si intentamos echarle la mano, lo habitual es que inmediatamente vuelva a sujetarlo con la boca y escape con él. Podemos interpretarlo como una señal de ofrecimiento o, más concretamente, una invitación al juego.

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Señales para jugar

A los perros les encanta jugar, mucho más si el juego es con nosotros. Son animales sociales como los humanos, por lo que están diseñados para compartir y relacionarse con sus congéneres y, gracias a la domesticación, también con las personas. Por eso no es extraño que nuestro perro nos pida jugar.

Llevarnos un objeto es una de las formas que tiene de hacerlo. Nos lo muestra para tentarnos a que se lo arrebatemos e iniciar el juego a modo de persecución. Otra forma muy común de invitarnos a jugar se hace sin ningún objeto en la boca. Simplemente, el perro apoya patas delanteras y pecho en el suelo mientras eleva la grupa.

Además, nos mira con la boca abierta y la lengua fuera. Puede emitir un ladrido agudo y saltar a nuestro alrededor, manteniendo la postura. Es una posición muy común cuando el perro reclama el juego a otros perros. Darnos con el hocico o con las patas delanteras son otras formas a las que nuestro perro puede recurrir para animarnos a jugar con él.

¿Por qué mi perro quiere jugar cuando llego a casa?

En general, los perros pasan el tiempo dormitando cuando nosotros nos ausentamos del hogar. Oírnos llegar es sinónimo de que el tiempo de reposo ha concluido. Han estado horas encerrados y quietos y nuestra vuelta significa actividad, pues solemos sacarlos a pasear o, al menos, interactuamos con ellos o iniciamos tareas que pueden mirar.

Pero ni hace falta que nos hayamos ausentado. Si el perro lleva horas tumbado, puede acercarnos algún objeto cuando considera que ha llegado la hora de moverse. Es probable que cuando regresas a casa tras un duro día de trabajo lo único que te apetezca sea descansar y no iniciar una sesión de juegos. Pero para el perro sucede justo lo contrario.

Te está esperando para que empiece la fiesta. Si has decidido convivir con un perro, ten en cuenta que antes de tumbarte en el sofá tienes que sacarlo a pasear y proporcionarle un rato de esparcimiento. Una correcta estimulación mental y fisica es vital para el bienestar del perro durante toda su vida.

Cómo actuar ante el juego del perro

Los perros aprenden a jugar en sus primeros meses de vida. Lo hacen junto a su madre y hermanos, por eso es fundamental que no sean separados antes de, como mínimo, las ocho semanas de vida. Jugando entre ellos aprenden las pautas, los límites y, también, a no hacerse daño. Un perro que nos invita a jugar está siendo, simplemente, un perro.

Con el juego muestra un comportamiento totalmente normal y, es más, deseable en esta especie. Además, suele verse reforzado por nuestra reacción. En cierta manera, nosotros también podemos considerarnos «primates juguetones». Al igual que los perros, mantenemos la capacidad de jugar también en la edad adulta.

El perro repite el gesto porque percibe que nosotros lo recibimos bien. Si nos reímos, lo acariciamos, le hablamos o iniciamos un juego estamos dándole un refuerzo positivo. Es la actitud recomendable. Si, por cualquier motivo, justo en ese momento no podemos atender su demanda, ni se nos ocurra reñirle ni mucho menos castigarlo. Tan solo lo ignoraremos.

Bibliografía
Morris, Desmond. 1988. Observe a su perro. Barcelona. Plaza & Janés.

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