Desgraciadamente, cada año nos vuelven a golpear las cifras de abandono de perros, pero, también, de otros animales de compañía, como los gatos, los conejos o incluso pequeños roedores.
Los irresponsables que echan a sus animales de casa esgrimen un montón de excusas para justificarse. Las repasamos y apuntamos cómo se podrían evitar. La clave está en la educación y en la difusión de las normas para una tenencia responsable.
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Me mudo y no puedo llevar a mi perro
El cambio de domicilio es una de las razones que acostumbran a estar detrás de un abandono. Con abandono nos referimos tanto a su versión más cruda, es decir, dejar directamente al perro en la calle, como a trasladarlo a una perrera o protectora. En general, cualquier cambio en el seno de la familia puede servir de excusa.
Por ejemplo, un embarazo, el nacimiento de un bebé o una alergia. Pero también la enfermedad o la muerte del cuidador principal del animal puede hacer que la familia se deshaga del perro.
Ya no quiero a mi perro
Por desgracia, algunas personas no piensan o desconocen lo que supone la convivencia con un perro. Los cachorros son adorables, pero hacen sus necesidades en casa, destrozan todo y no conocen ni las órdenes básicas ni las normas de convivencia. Hay que invertir tiempo y esfuerzo en su educación y no todos los supuestos cuidadores están dispuestos.
Por otra parte, los perros crecen y hay que sacarlos a pasear, darles de comer, cuidarlos, llevarlos al veterinario, etc. Y esto durante todos los días de su vida, sin importar la carga de trabajo que tengamos, el tiempo que haga ni si estamos mejor o peor de salud. Simplemente, algunas personas no lo asumen y el resultado es nefasto para el perro.
No puedo mantener más a mi perro
Otras veces el motivo para deshacerse de un perro es una carencia económica. Por ejemplo, si se pierde el empleo o empeoran las condiciones de este al punto de no poder asumir el gasto que supone alimentar y cuidar de un animal.
Aunque también puede deberse a un cambio en los intereses personales que hace que se prefiera gastar en otras actividades antes que seguir manteniendo a un perro. Sobre todo si este ocasiona gastos veterinarios frecuentes o necesita un tratamiento que se considera caro.
Mi perro se porta muy mal
Los llamados problemas de conducta o de comportamiento son otra de las causas muy frecuentes con las que se pretende justificar un abandono. Con esta denominación se hace referencia a todos aquellos trastornos que provocan dificultades en la convivencia. Por ejemplo, que el perro ladre en exceso, que orine en casa, no obedezca, etc.
Este tipo de problemas se deben a un mal manejo por parte de los cuidadores. Un perro que no se ha socializado adecuadamente, no está bien educado ni estimulado o no tiene cubiertas sus necesidades básicas estará estresado y lo manifestará con comportamientos que nos resultarán muy desagradables.
Abandono de perros de caza
Aunque una y otra vez el gremio de los cazadores se niega a aceptar la evidencia y a poner remedio a la situación que experimentan los perros de los que se sirven, la realidad de los datos es innegable. En las asociaciones protectoras de España se recogen todos los años una mayoría de perros de caza.
Y eso contando solo con, sobre todo, galgos, podencos y cruces. Otros perros de caza, como puede ser un Cocker, no se cuentan en este grupo porque son mucho más habituales como compañía. Además de las cuestionables condiciones de vida en las que se encuentran los perros de caza, muchos sufren abandono cuando no cumplen con lo esperado.
No sirve de excusa decir que no todos los cazadores maltratan o abandonan. Con que un solo perro empleado por este gremio se encontrase en esta situación ya sería motivo para que las correspondientes federaciones tomasen medidas en vez de negar la problemática.
El problema crece con las camadas indeseadas
Pero, sin duda, la principal causa de abandono son las camadas que nacen todos los años sin ningún control. Las perras acostumbran a tener un par de celos al año y pueden parir desde un par de cachorros hasta ocho, diez o incluso más. Y esto durante prácticamente todos los años de su vida, desde el primer celo, que suele presentarse antes del año de edad.
No hay tantos hogares responsables como para hacerse cargo cada año de todos estos cachorros. El resultado es el abandono. Por desgracia, muchas personas dejan criar a sus perros por la ilusión de presenciar la maternidad, sin pensar en las consecuencias. En otros casos se debe a un accidente. En cualquier caso, el problema es el mismo.
Elementos clave para prevenir el abandono
No hay ninguna excusa válida para deshacerse de un perro. Ninguna. Salvo que te mueras y no dependa de ti. El resto jamás se plantearían si en vez de un perro se tratase de un hijo, un hermano o una madre. Y esa es la idea clave: entender que el perro que escogemos es un miembro de la familia desde el primer día y hasta su muerte.
Si no asumimos el esfuerzo y las renuncias que supone cuidarlo como se merece a lo largo de su vida, no podemos adoptar un perro. No es obligatorio tener uno. Pero, si así lo decidimos, nunca hay que olvidar que se trata de un ser vivo con sus necesidades. A partir de ahí hay que tener en cuenta, para prevenir abandonos:
- Infórmate antes de adoptar. Lee sobre psicología canina y aprende a socializar, a educar, a estimular y a ejercitar a tu perro antes de que llegue a casa. Además, no hay que perder de vista que un perro vivirá una media de 14 años y con la edad irá necesitando más cuidados.
- Todas las personas que vivan en la casa tendrán que estar de acuerdo en la adopción, aunque exista un único cuidador principal.
- Adopta y fíate del consejo que te den en la asociación protectora. Por ejemplo, no te empeñes en querer un perro hiperactivo cuando tu vida es del todo sedentaria.
- Esteriliza siempre, evitarás camadas indeseadas aunque sea por descuido y, además, impides problemas de salud graves como la piometra o los tumores de mama.
- Si la convivencia plantea algún problema, acude a un profesional del comportamiento o etólogo de inmediato. Puede solucionarse.
- En el caso en el que tras intentarlo absolutamente todo el perro fuese infeliz o padecieses una enfermedad de gravedad que te impidiese cuidarlo, la opción nunca es la perrera ni la protectora, sino buscarle un hogar, comenzando entre familiares y conocidos.