Si nos encontramos con una camada abandonada es normal que nos surjan dudas con respecto a los cuidados que va a necesitar. En este artículo de SoyUnPerro explicaremos las claves para lograr su supervivencia con la ayuda de nuestro veterinario.
La importancia de la temperatura
Antes siquiera de preocuparnos por la alimentación de los cachorros, resulta fundamental mantenerlos a una temperatura adecuada. Si estos pequeños se enfrían no comerán y, por lo tanto, su vida correrá peligro.
Cuando los perros nacen no son capaces de controlar su temperatura corporal. Esto quiere decir van a adquirir la que tenga el ambiente en el que se encuentren. Con su madre este punto no es un problema, ya que la camada permanecerá siempre pegada a ella, con lo que se mantendrá a la temperatura de su cuerpo.
Al encontrarnos a las crías sin madre, somos nosotros los que tenemos que proporcionarles una buena temperatura. Para conseguirlo en importante habilitarles un lugar recogido, seco, caliente y protegido. Además, tenemos que comprobar la temperatura de su alimento para que no esté ni frío ni tan caliente como para que se quemen.
Una buena cuna
Los recién nacidos pasan casi todas las horas del día durmiendo y solo se despertarán para alimentarse. No será hasta las 2-3 semanas de vida cuando comenzarán a interactuar con su entorno. Abrirán los ojos y jugarán con sus hermanos, de ser el caso.
Pero hasta que transcurren esas primeras semanas deberán disponer de un lugar tranquilo donde descansar. Los cachorros no son juguetes y necesitan tranquilidad y pocas manipulaciones para desarrollarse con salud.
Como cuna nos servirá una caja de cartón del tamaño suficiente como para poder albergar a toda la camada estirada, pero junta, es decir, no nos interesa una caja tan grande como para que los cachorros puedan dormir separados. El contacto directo ayuda a mantenerlos calientes.
En la caja colocaremos un textil algo grueso como puede ser una manta o una toalla. No debe ser excesivamente mullido porque los perritos podrían ahogarse en él. Encima es imprescindible que pongamos un empapador. De esta forma conseguiremos absorber cualquier secreción y, lo que resulta fundamental, mantendremos a los pequeños secos.
Debajo de manta y empapador podemos poner algunos periódicos, que dan calor. Es importante que mantengamos la caja cerrada, o con una mínima abertura, y que la coloquemos en un lugar cálido y resguardado de corrientes. Solo sacaremos a los cachorros para cambiar el empapador, darles de comer y estimularles a hacer sus necesidades.
Una alimentación adaptada a cachorros
Los perros son mamíferos y, como tales, el alimento durante sus primeras semanas de vida va a ser exclusivamente la leche (específica para cachorros de perro). En ausencia de su madre, lo más seguro es recurrir a los preparados lácteos de venta en clínicas veterinarias. Están especialmente formulados para perros y son una opción segura.
Se trata de unos polvos para reconstituir con agua caliente. Las cantidades, así como un biberón adaptado, se incluyen en cada paquete. En el biberón pondremos la cantidad de polvos que nos indique el fabricante y, siguiendo las mismas instrucciones, añadiremos el agua.
Debemos calentar o hervir el agua antes de ponerla en el biberón. Después tan solo tendremos que agitar y servir. Antes de ofrecércelo a los cachorros debemos probar en el interior de nuestra muñeca su temperatura para asegurarnos de que no se quemen. Al principio comerán cada 2-3 horas.
El biberón en ningún caso se da como a los bebés humanos. Al contrario, debemos coger a los perritos por debajo, con una mano y apoyados contra nuestro pecho, dejando que sus patas traseras apoyen sobre nuestro regazo de forma que su posición sea casi vertical. Mejor si ponemos un empapador debajo por si, con el roce, el pequeño se orina.
¿Los cachorros orinan solos?
Las perras, además de proporcionarles alimento a sus crías, se encargan de su aseo. Al pasar su lengua por la zona genital, estimulan a los perritos para que eliminen heces y orina. En ausencia de su madre, nosotros debemos suplir esta función.
Para ello utilizaremos un algodón o una gasa que empaparemos en suero o agua tibia. Así, a modo de lengua materna, lo pasaremos por el área de los genitales. El pequeño habitualmente evacuará tras cada toma. Cuando termine lo secaremos, para evitar que se enfríe.
Los cachorros también pueden orinar o defecar cuando se encuentran dentro de la caja, estimulados con el roce de los hermanos. De ahí la importancia de utilizar empapadores para evitar que se queden mojados. Según la camada crece, además de ir espaciando las tomas, comenzarán a moverse y ya podrán hacer sus necesidades solos.
El crecimiento de los cachorros
Los perritos recién nacidos tendrán los ojos cerrados y podremos ver en su abdomen un fragmento del cordón umbilical que habrá dejado su madre tras cortarlo al nacer. Este muñón cae en unos días.
Por otra parte, los ojos comenzarán a abrirse hacia los ocho días. Alrededor de una semana después los cachorros darán sus primeros pasos. Cumplidas las cuatro/seis semanas de vida, independientemente de que esté presente o no su madre, podemos empezar a ofrecerles comida sólida aunque continuemos con la leche, al menos hasta cumplido el mes.
Señales de alarma
Insistimos en que sacar adelante una camada huérfana no es un juego. Los cachorros son muy vulnerables y no siempre es sencillo conseguir que coman. Además, muchos estarán debilitados por no haber podido mamar o porque su madre no se haya encontrado en las mejores condiciones en el momento del parto.
Esta vulnerabilidad hace que, ante cualquier sospecha de problema, debamos acudir de inmediato al veterinario. En cuestión de horas el perro podría morir. Signos a los que debemos prestar atención son los siguientes:
- El cachorro deja de comer o come poco
- Lo notamos frío al tacto
- Adopta alguna postura anormal, sin tono, flácido
- No orina o no defeca o, al contrario, presenta diarrea
- El ombligo está inflamado, caliente, enrojecido, doloroso al tacto o con pus
- El cachorro está deshidratado