Los perros utilizan su boca para relacionarse con su entorno. Con ella se hacen con diferentes objetos y obtienen importante información. Por otra parte, el ladrido en sus múltiples variedades forma parte de su comunicación.
Pero un perro que utiliza su boca en exceso, lo hace de manera agresiva o no deja de ladrar tiene un problema del que debemos ocuparnos. A continuación daremos unas pautas generales, pero los casos graves siempre van a requerir la consulta con un profesional.
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¿Por qué mi perro muerde?
Es habitual en los cachorros que, como parte del juego, utilicen su boca. Lo veremos si tenemos la oportunidad de observar jugar a los cachorros de la misma camada o, simplemente, a cualquiera par de perros que se encuentren en la calle.
Es completamente normal y entre ellos mismos y con la ayuda de su madre, van aprendiendo a controlar la mordida para nunca hacerse daño. Por eso es tan importante mantener a la camada unida un mínimo de ocho semanas.
Si adoptamos un cachorro es habitual que al jugar con él, en algún momento, nos tome la mano o el brazo con la boca. En ocasiones, en el fragor de la batalla, el mordisco puede ser lo suficientemente fuerte como para hacernos daño. En cualquier caso, es una mordedura que se engloba en un contexto determinado y no es sinónimo de agresividad.
Cuando morder no es normal
Completamente diferente es que el perro nos gruña o nos enseñe los dientes, adoptando una actitud verdaderamente agresiva. En este caso es una amenaza que podría concluir con un ataque y un mordisco con fuerza. Por lo tanto, es una situación lo suficientemente grave y peligrosa como para ponerse en manos de un especialista en conducta canina o etólogo.
Son ejemplos típicos que pueden desencadenar esta agresividad acercarse a su cama, a su comida o querer retirarle algún objeto. Es más fácil ver estas conductas en adultos, pero pueden iniciarse a edades tempranas. No hace falta que el perro llegue a morder. Solo la amenaza, aunque haya sido únicamente una vez, es una llamada de atención.
No hay que dejarla pasar y será el experto quien tenga que evaluar al perro y darnos las pautas para reconducir la situación. Es posible si seguimos sus recomendaciones y somos pacientes y constantes.
El significado de los ladridos del perro
Por otra parte, los ladridos de los perros tienen múltiples significados, que seremos capaces de interpretar en función del contexto. Así, no tienen por qué implicar una amenaza. De hecho, un perro que ladra a un desconocido no suele atacarlo.
Se corre más riesgo ante perros silenciosos, que no avisan y, al contrario, muerden directamente. Por suerte, son casos menos frecuentes. También es habitual que un perro ladre mientras está jugando. Es un ladrido característico, agudo y alegre.
Además, ladrar también sirve para llamar nuestra atención o supone el aviso de que algo desconocido, como una persona o un ruido, está inquietando al perro. Por lo tanto, no se trata de impedir que el perro ladre, ya que es parte de su comunicación, sino de que se calle cuando se lo pedimos y, por supuesto, que ladrar no se convierta en una costumbre.
Cómo hacer que tu perro no muerda
Si convivimos con un cachorro que muerde durante el juego podemos tomar algunas medidas para evitar esta conducta. Lo primero es no utilizar nuestro cuerpo como mordedor. Si nos dedicamos a jugar con él metiéndole el pie o la mano en la boca, el mordisco está garantizado. Un cachorrito pequeño no va a lastimarnos…
Pero, si no lo corregimos en ese momento, corremos el riesgo de que la mordedura se repita en el futuro. Y probablemente ya no resulte tan gracioso con un perro crecido. Por eso lo más adecuado es que recurramos a cualquier juguete para perros, comprado o casero. En el caso de que aún así nos muerda, la indicación es detener el juego inmediatamente.
De esta manera, aunque puede que no a la primera, entenderá que cada vez que nos muerde se acaba la diversión y dejará de hacerlo. Para lograrlo hay que ser constantes y parar el juego siempre. Si solo lo hacemos de vez en cuando lo confundiremos y no sabrá qué conducta es la que no aprobamos. Por esto, debe actuar igual toda la familia.
Consejos para controlar el ladrido de tu perro
Un perro que ladra está tratando de comunicarnos algo. Por eso el primer paso siempre es acudir a ver qué sucede. Generalmente, esta comprobación vale para que el perro se calle. Quería avisarnos, lo consigue, nos hacemos cargo de la situación y, por ello, no tiene ninguna necesidad de persistir en el ladrido. Pero, en algunas circunstancias, el ladrido no cesa.
Puede deberse a que el estímulo que lo provoca sigue presente. Por ejemplo, si está oyendo algún sonido indetectable para nosotros. Pero hay que tener en cuenta que acudir ante sus ladridos es una forma de reforzar la conducta de ladrar. En ese caso, hay que reconducirla. Los vecinos no tienen por qué aguantar los ladridos de nuestro perro.
Así, podemos hacerlo callar con una maniobra de distracción. Nada de tocarlo ni gritar ni castigar. Al contrario, hay que conservar la calma y, por ejemplo, pedirle que acuda, se siente o se tumbe, etc. y premiarlo en cuanto lo haga. Así acabará por entender qué conductas queremos que repita y que nuestra atención la recibe cuando está tranquilo y no ladra.
Cuando ladrar es un problema
Es posible que un perro ladre sin control como manifestación de un problema de origen conductual. Un perro estresado puede ladrar sin ningún motivo más que para liberar energía o combatir su aburrimiento. Son problemas que debe resolver un especialista en conducta y pasan por examinar y modificar las circunstancias vitales del perro.