Si estamos pensando en adoptar un perro en una asociación protectora es probable que, entre otros requisitos, nos pidan la firma de un contrato de adopción. Este documento pretende garantizar el bienestar del perro adoptado.
Por ello no debe tomarse como una muestra de desconfianza o una firma innecesaria. A continuación explicaremos en qué consisten estos contratos, qué implican y qué otras condiciones nos van a pedir las protectoras cuando adoptemos a un perro.
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¿Cómo funciona una protectora de animales?
Las protectoras no deben confundirse con perreras. Las perreras suelen ser públicas y dependen de ayuntamientos, diputaciones o comunidades. Algunas están gestionadas por protectoras. Las perreras están obligadas a recoger todos los perros de su zona y solo deben mantenerlos el tiempo que marca la ley para que los recuperen sus propietarios.
Esto quiere decir que, salvo en los lugares en los que se haya aprobado legislación a favor del sacrificio cero, los perros pueden sacrificarse cumplido el plazo. En cambio, en las asociaciones protectoras los perros no tienen ningún límite temporal. Además, en buena parte de las perreras no se exige ningún requisito a la hora de llevarse a un perro.
Se entrega a quien pague la cuota de salida, que suele corresponderse con el importe del microchip. Por su parte, las protectoras suelen realizar una entrevista previa, firman un contrato de adopción, entregan al perro con su cartilla correspondiente y marcan un seguimiento.
¿Cómo entregan las protectoras a los perros?
En general, los perros que salen de alguna de estas organizaciones han sido revisados por un veterinario. Si se han recogido heridos o enfermos, ya estarán operados, en tratamiento o por completo recuperados. Además, se entregan con su cartilla o pasaporte al día. Esto quiere decir que van a estar desparasitados interna y externamente.
También se habrán vacunado, incluyendo vacunas obligatorias por ley según la localidad en la que vivamos. Además, los perros tanto machos como hembras se dan en adopción castrados. Si en el momento de la entrega todavía son cachorros demasiado pequeños para ser operados, en el contrato de adopción se firmará un compromiso de esterilización futura.
Algunas protectoras operan en centros veterinarios colaboradores. Otras permiten que el adoptante acuda a su clínica habitual y envíe un justificante de que la intervención ha sido realizada. Además, si el perro es considerado potencialmente peligroso, hay que seguir la legislación vigente al respecto. Todos los perros se entregan con microchip.
¿Qué es la preadopción?
Las protectoras que trabajan bien, y debemos informarnos antes de adoptar en alguna, no nos van a dar directamente un perro como sucede en casi todas las perreras. Lo primero que suelen hacer es enviarnos lo que se denomina cuestionario preadopción. No debemos entenderlo como una intromisión en nuestra intimidad.
Las personas al frente de la asociación, casi siempre voluntarias, solo quieren asegurarse de que el perro al que han estado cuidando y, en muchos casos, han rescatado de situaciones horribles, va a tener la vida que se merece. Los cuestionarios no se reducen a conocer nuestras aptitudes como cuidadores. En ellos indicamos en qué perro estamos interesados.
No siempre nuestros deseos son compatibles con el perro que seleccionamos. Por ejemplo, si pasamos poco tiempo en casa, adoptar un cachorro será una probable fuente de problemas de convivencia y comportamiento. Si nunca hemos tenido perro, no es la mejor idea hacernos con un PPP. En definitiva, lo que se busca es que perro y adoptante congenien.
Requisitos para ser adoptante
Además de responder al cuestionario previo, numerosas protectoras van a querer conocernos personalmente. En esa entrevista nos explicarán las características del perro, el papeleo requerido, confirmarán que podemos hacernos cargo y responderán a nuestras dudas. Además de ser compatibles con el perro, van a fijarse si nuestra casa es adecuada.
Por ejemplo, si disponemos de un jardín abierto al pie de la carretera no será opción ni dejar suelto al perro ni mantenerlo en el exterior atado todo el día. Si un perro lo necesita, tendremos que poder dedicarle tiempo. Optar por uno maltratado que está asustado, implica que nos va a costar un tiempo conseguir su confianza.
Se valora la experiencia previa, aunque no es imprescindible, salvo que el perro no sea apto para principiantes. Por supuesto, debemos aceptar la castración y comprometernos a un seguimiento, además de firmar el contrato de adopción. Por otra parte, si queremos un perro solo para guardar una finca, es normal que las protectoras no nos consideren aptos.
El contrato de adopción
El documento de adopción es el que certifica el traspaso del perro de la titularidad de la asociación a la de su nuevo cuidador. En él es habitual que firmemos que nos comprometemos a hacernos cargo del perro, de proporcionarle una buena alimentación y todos los cuidados veterinarios que necesite.
La protectora, mediante el seguimiento posterior a la adopción, comprobará que estamos cumpliendo lo firmado. En el caso contrario el propio documento señala que pueden solicitarnos una indemnización o emprender acciones legales. Muchos contratos incluyen una cláusula por la que la protectora se reserva el derecho a recuperar al perro en estos casos.
Si en algún momento no podemos hacernos cargo de él, se entregará a la asociación. Las protectoras cobran por adopción. Buena parte de ellas no recibe subvenciones. Entregar a perros sanos, desparasitados, vacunados y microchipados supone un gasto considerable. Deben recuperar al menos una pequeña parte para poder continuar con su labor.