Hernia discal en perros

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Los perros de determinadas razas como el Teckel o el Bulldog francés son muy propensos a sufrir hernias discales a edades tempranas y pueden quedarse paralíticos de un día para otro. Pero no debemos asustarnos, ya que, a diferencia de las personas, los perros paralíticos tienen bastantes posibilidades de volver a caminar con un tratamiento quirúrgico y de rehabilitación adecuados.

En este artículo vamos a explicaros de una manera muy sencilla cómo se producen las hernias discales, qué síntomas pueden llegar a provocar en el perro y cuál es el tratamiento a seguir para que un perro paralítico vuelva a caminar ¿Empezamos?

¿Qué es una hernia discal?

Para entender en qué consiste una hernia discal, debemos conocer la anatomía de la columna del perro. La columna vertebral del perro está formada por vértebras articuladas una tras otra. Cada vértebra tiene un hueco en su interior, de modo que en la columna (al disponerse una vértebra detrás de otra) se forma un canal por cuyo interior discurre la médula espinal.

Ventralmente a este canal, entre las vértebras, se sitúan los discos intervertebrales, cuya función es amortiguar los impactos que recibe la columna y permitir la movilidad entre las vertebras, ya que tienen una textura gelatinosa.

El disco intervertebral tiene una forma más o menos circular y está formado por un anillo fibroso externo y un núcleo pulposo interno. En una hernia discal pueden suceder dos cosas:

  • Extrusión discal (Hansen tipo I): El anillo fibroso, debido a un proceso degenerativo, se rompe y el núcleo que está en su interior sale proyectado al canal medular, provocando un traumatismo sobre la médula espinal y causando inflamación y edema. En las extrusiones discales los síntomas neurológicos aparecen de forma muy rápida.
  • Protrusión discal (Hansen tipo II): El disco va perdiendo colágeno con la edad y se va deformando, de modo que puede hacer prominencia en el canal medular pudiendo provocar una compresión de la médula espinal de mayor o menor gravedad. Esta compresión se va ir produciendo de forma progresiva, por lo que los síntomas van apareciendo gradualmente con el paso del tiempo.

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Síntomas de una hernia discal en perros

En función de la gravedad de la compresión o lesión que sufra la médula espinal van a aparecer una serie de síntomas.

  • Grado I: cuando hay una hernia discal pero no existe compresión medular, el animal tendrá dolor en la zona de la columna afectada, pero no habrá signos neurológicos, es decir, podrá caminar con normalidad.
  • Grado II: cuando hay una compresión o un daño leve de la médula espinal, estaremos ante una paresia ambulatoria, es decir, el animal podrá caminar pero con dificultad. Observaremos una marcha descoordinada (ataxia), dificultades para ponerse de pie, o incluso caídas debidas a la perdida de propiocepción.
  • Grado III: si el grado de compresión o el daño sobre la médula espinal es más severo, el animal sufrirá una paresia no ambulatoria, es decir, será capaz de mover sus patas de forma consciente pero no podrá andar.
  • Grado IV: si el daño medular es más profundo el animal sufrirá una plejía (paraplejia o tetraplejia), es decir, perderá la capacidad de mover de forma voluntaria sus extremidades, pero seguirá teniendo sensibilidad en ellas.
  • Grado V: cuando se producen daños muy severos en la médula espinal o secciones medulares, el animal quedará para o tetrapléjico, y no sentirá sus extremidades aunque le causemos dolor en ellas (pérdida del dolor profundo).

¿Cómo se diagnostica una hernia discal canina?

Los síntomas van a dar bastantes pistas al veterinario para pensar que se trata de una hernia de disco, especialmente si los síntomas son graves.

No obstante, el veterinario realizará una exploración neurológica para saber a qué nivel de la columna se encuentra la lesión. Posteriormente, se realizan pruebas de diagnóstico por imagen en la región de la columna sospechosa de hernia discal.

Con la radiografía, en ocasiones se puede observar una disminución del espacio entre las vértebras si existe una hernia discal, pero no siempre se ve claramente. Por ello, la mejor forma para confirmar el diagnóstico es realizar un TAC o una resonancia magnética.

Tratamiento para una hernia discal en perros

El tratamiento de las hernias discales se establece fundamentalmente en relación a los signos clínicos, es decir, en función de la gravedad de la lesión medular.

Para los perros con hernia discal grado I y II, es decir, que son capaces de caminar, aunque sea con alguna dificultad, el tratamiento conservador (reposo relativo + medicación + rehabilitación) suele tener un porcentaje elevado de éxito y no sería necesario realizar cirugía.

En los casos en los que el perro no es capaz de caminar por sí mismo (grados III, IV y V), el tratamiento de elección es la cirugía para eliminar del canal medular el material discal que está comprimiendo la médula. Cuanto antes se realice la cirugía, más probabilidades tendrá ese perro de volver a caminar. Una vez realizada la descompresión, se debe comenzar con la rehabilitación lo antes posible.

Rehabilitación de una hernia discal

La rehabilitación es de vital importancia en la recuperación de los perros con hernia discal. Aunque se resuelva de forma quirúrgica la compresión de la médula, el perro necesitará rehabilitación para lograr la recuperación del tejido lesionado y para “enseñar” a su sistema nervioso a volver a caminar.

En el proceso de rehabilitación de un perro con hernia discal (no operada o resuelta quirúrgicamente) se emplean las siguientes terapias:

  • Analgesia y regeneración: aunque el veterinario generalista le pautará al perro un tratamiento analgésico y antiinflamatorio (tramadol, gabapentina, meloxicam), el veterinario rehabilitador aplicará una serie de terapias físicas, como el láser, para disminuir dolor y favorecer la regeneración del tejido nervioso lesionado (la laserterapia estimula la formación de nuevas conexiones entre las neuronas de la médula espinal).
  • Entrenamiento locomotor: esta terapia consiste en reeducar la marcha, es decir, “enseñar” al sistema nervioso cómo se debe caminar. Esto se consigue guiando la marcha del perro sobre una cinta caminadora (terreste o subacuática).
  • Ejercicios de propiocepción: lo primero que se pierde ante una lesión medular es la propiocepción. La propiocepción es la capacidad del sistema nervioso para colocar las extremidades de forma correcta a la hora de caminar. En los perros que tengan hernia discal se debe entrenar la propiocepción de forma diaria (3 veces/día) mediante ejercicios como: colocar al animal en estación (de pie sobre sus 4 patas) con ayuda de un soporte o de nuestras manos; con el perro en estación, realizar el arrastre de las almohadillas sobre una superficie rugosa, estimular el reflejo flexor de las extremidades afectadas pinzando con nuestras yemas entre los dedos de las patas hasta que el animal flexione la extremidad; etc.

¿Qué razas de perros están más predispuestas a sufrir hernias discales?

Las razas de perro conocidas con el nombre de condrodistróficas (Bulldog francés, Teckel, Basset Hound, Bulldog inglés, etc.) sufren una degeneración muy precoz de los discos intervertebrales. A partir del año de edad sus discos comienzan a degenerarse y esto les hace ser muy propensos a sufrir extrusiones discales ante traumas leves sobre la columna como podría ser un salto desde el sofá o una caída.

Las razas no condrodistróficas (especialmente las de tamaño grande), van a sufrir otro tipo de degeneración de los discos intervertebrales, debida a la pérdida de colágeno por la edad. Por ello, estas razas son más susceptibles de sufrir protrusiones discales a partir de los 8-10 años de edad.

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