Los abscesos son acumulaciones de pus que pueden aparecer en diferentes lugares del cuerpo de nuestro perro. En algunos casos podremos apreciarlos como bultos de diferentes tamaños.
La presencia de pus nos advierte de la existencia de una infección que, como tal, va a necesitar tratamiento veterinario, que incluso puede incluir la cirugía. Veamos en detalle cómo debemos actuar ante la presencia de un absceso.
¿Cómo se origina un absceso en un perro?
Un cuerpo extraño, un mordisco, parásitos o incluso lesiones que se puede hacer el perro al mordisquearse la piel por alguna afección irritativa, pueden ser el inicio de un absceso. Estos son acumulaciones de pus en cavidades bajo la piel. Están revestidas por una especie de cápsula que mantiene ahí localizado el pus.
Generalmente se deben a una infección bacteriana que el organismo consigue aislar y así evitar que se extienda. Los hay superficiales, que pueden abrirse solos, o más profundos, que son los que en ocasiones se enquistan y pueden formar fístulas.
Tipos de abscesos en perros y síntomas
En los perros podemos encontrar distintos tipos de abscesos según cual sea su localización. Aunque veremos con detalle los más comunes en los siguientes apartados, estos serían los síntomas que nos deberían hacer sospechar de la presencia de un absceso:
- Aparición de un bulto de mayor o menor tamaño por debajo de la piel.
- Bulto doloroso.
- La piel del bulto puede notarse caliente y enrojecida.
- Un absceso muy grande se palpa como si tuviese líquido en su interior.
- Fiebre.
- Anorexia.
- Depresión.
- Supuración en la boca e inflamación en la cara.
- Posiciones anómalas de la cabeza.
- Secreción ocular.
- Protrusión del ojo.
- Inflamación alrededor del ano.
Abscesos cutáneos
Los abscesos cutáneos son los más habituales que nos vamos a encontrar en nuestros perros. Se producen cuando se hacen alguna herida que cierra en falso, por ejemplo en una pelea o con algún cuerpo extraño.
Por fuera parece que la herida está curada pero por dentro se ha iniciado una infección. El cúmulo de pus subcutáneo es el bulto que observaremos en el exterior. Los granos, las pústulas o los forúnculos son tipos de abscesos cutáneos de tamaño pequeño.
Debemos acudir al veterinario porque hay que eliminar el pus vaciando el absceso y con antibióticos. Este tipo de abscesos se ven con más frecuencia alrededor de la cola, del cuello o de la zona de la cruz.
Abscesos radiculares
Los abscesos radiculares son aquellos que se producen en los dientes. Son más frecuentes en caninos y premolares superiores. En este último caso es cuando inflaman la cara, en concreto la zona bajo el ojo.
Si el absceso se abre veremos el pus cayendo por ese lado. Cuando la infección se localiza en un diente el absceso puede abrirse en la mandíbula inferior. Una complicación de estos abscesos es la fístula oronasal.
Se produce cuando el absceso revienta en la cavidad nasal, provocando la caída del diente. El hueco permite que la boca se comunique con la nariz. El perro tendrá secreción nasal y estornudos, sobre todo tras comer. Se trata con cirugía.
Abscesos en la cabeza y en el cuello
Su origen es el mismo que el de cualquier otro absceso subcutáneo pero, al contrario que estos, suelen provocar fiebre y hacer que el perro ladee la cabeza o que no pueda abrir la boca por el dolor. Esto les impide comer y beber.
Podemos encontrarnos con abscesos retrobulbares, que son los que aparecen tras los globos oculares y pueden incluso protruirlos. Los abscesos en los senos frontales se ven como una inflamación debajo del ojo. También existen abscesos submandibulares, que se inician en el suelo de la boca y llegan a afectar el maxilar inferior.
Absceso de las glándulas anales
Este tipo de abscesos va a producir una inflamación alrededor del ano, generalmente solo en un lado. La piel se ve roja y evoluciona hacia un tono morado. La complicación que puede surgir es que se abran hacia el interior y causen una fístula.
¿Cuál es el peligro de los abscesos en perros?
Aunque un pequeño absceso cutáneo suele resolverse fácilmente sin ninguna repercusión para la salud del animal, los abscesos que encontremos en la cabeza o el cuello son urgencias veterinarias, pues pueden provocar daños importantes e incluso desembocar en una encefalitis.
Los que aparecen en las glándulas anales, por el riesgo de formación de una fístula, también requieren asistencia veterinaria rápida. Las fístulas en esta zona van a necesitar cirugía y no es sencillo curarlas, de ahí la necesidad de intervenir de manera precoz.
Tratamiento para abscesos
En los abscesos cutáneos es habitual que el veterinario comience por recortar el pelo de la zona adyacente. La desinfectará y, si localiza algún cuerpo extraño, lo extraerá. Algunos abscesos pueden abrirse solo aplicando calor. Otros casos necesitan el drenaje de un veterinario. Esto permite que la herida pueda cerrar de dentro a fuera.
Para ello se hace una incisión por la que saldrá el pus. También puede dejarse un tubo por donde este irá saliendo. En casa nos tocará desinfectar la zona y, en general, administrar el antibiótico que nos recete el veterinario. Cuando el absceso está en un diente suele extraerse y limpiar la boca.
Cualquiera de los tratamientos debe aplicarse siempre por un veterinario. Nunca, bajo ningún concepto, debemos aplicar un tratamiento por cuenta propia.
Bibliografía
Carlson y Giffin (2002): Manual práctico de veterinaria canina. Madrid: Editorial el Drac.
Los abscesos, Ateuves nº 1, pág. 44.