Cómo acostumbrar a un perro al bozal

El bozal es ese objeto tan poco querido por perros y cuidadores. Pero lo cierto es que puede ser muy útil en determinadas circunstancias y obligatorio en otras. Por ejemplo, si tu perro es de los considerados PPP, tendrá que salir a la calle siempre con él.

Pero, aunque tu perro sea un pequeño caniche, también es bueno que esté acostumbrado al bozal. Veamos cómo acostumbrar a un perro al bozal de forma sencilla, para que no se agobie con su uso y pueda disfrutar de los paseos incluso cuando lo lleva puesto.

El bozal para perros

Si de repente se nos ocurre ponerle un bozal a nuestro perro, lo normal es que, en un primer momento, lo rechace. Sobre todo si se lo ponemos de una manera brusca y sin mucho cuidado. Pero, aunque no lo usemos en toda su vida, es buena idea incluirlo en nuestro botiquín de emergencias. Puede que tengamos que usarlo.

Por ejemplo, si nuestro perro presenta una lesión dolorosa que lo lleve a echar la boca para impedir que lo toquemos, se le da por atacar a algún congénere en el parque o no tolera el manejo en la clínica veterinaria. Para estos casos sirve un bozal. Recuerda que la seguridad es lo primero. Las situaciones en las que un perro puede necesitar un bozal son estresantes.

Por eso es importante haberlo acostumbrado antes a su uso para no añadir un elemento nuevo que puede empeorar el estrés del momento. Por otra parte, si tu perro es considerado potencialmente peligroso, tendrás que acostumbrarlo a su uso desde pequeño, pues es obligatorio para que pueda salir a la calle.

Elegir el mejor bozal para nuestro perro

Es cierto que, para una emergencia, podríamos utilizar simplemente una venda que atase el hocico, pero es mejor tener a mano un bozal. Los hay de diferentes tamaños y materiales. Por lo tanto, hay que buscar el que se ajuste al hocico del perro y, mejor, que sea de nailon lavable por cuestiones de higiene.

Antes de pensar siquiera en ponérselo al perro, aprende a manejarlo tú. Mira cómo se ajusta y cómo se cierra correctamente para evitar sustos. Puedes comprar un bozal en clínicas veterinarias o en tiendas de animales. Es un mecanismo sencillo, pero si tienes alguna duda sobre su uso, pregunta al veterinario o vendedor antes de utilizarlo por primera vez.

Cómo presentar el bozal al perro

Una vez seleccionado el bozal adecuado para las características de tu perro toca enseñárselo. El proceso de adaptación al bozal no tiene edad. Es decir, lo ideal es empezar cuando el perro es un cachorro, pero si adoptas un adulto o tu perro es ya mayor y hasta ahora no habías caído en la utilidad del bozal, estás a tiempo de enseñárselo.

Los perros aprenden durante toda su vida, aunque tarden un poco más en hacerlo. En cualquier caso, el primer paso siempre es que estés tranquilo y escojas para la presentación un momento en el que tengas tiempo. Si estás apurado, nervioso o gritas, el perro lo percibirá como negativo y lo estarás predisponiendo a que rechace el bozal.

La sesión va a durar tan solo unos minutos, ya que los perros no se concentran más, pero es importante dedicarle plena atención. Lo primero que tienes que hacer es, simplemente, enseñarle el bozal y permitirle que lo huela. Prémialo cuando lo toque con el hocico y anímalo a hacerlo para seguir premiándolo.

Educación en positivo

La clave está en conseguir que el perro asocie el bozal con una sensación positiva. Para ello nada más rápido que vincularlo con la comida. Si aprende que el bozal le supone un premio, lo aceptará sin ningún problema. Para hacerlo bien tienes que aprender tú en qué momento exacto ofrecer la recompensa. De otra forma no se establecerá la asociación correcta.

Para este aprendizaje comienza por escoger la chuche favorita de tu perro. Sería ideal que fuese sana, pero los perros suelen preferir un trozo de salchicha o de jamón antes que uno de manzana. Considéralo una excepción y resta las calorías a su ración diaria, ya que las chuches no pueden sobrepasar el 10% de las ingeridas al día.

Termina la sesión tras varios acercamientos premiados al bozal y repite al día siguiente la misma secuencia. Con esto establecemos en su cabeza la idea de que el bozal le trae premio. No avances al siguiente paso si tu perro no maneja este perfectamente.

El paso a paso del bozal

Hemos conseguido que el perro esté tranquilo y confiado con el bozal. El siguiente paso es animarlo a introducir el morro. Un trocito de comida en su interior le ayudará a conseguirlo. Pon el bozal en el suelo de forma que tenga que meter el hocico dentro para acceder al premio.

Normalmente el perro lo aprenderá rápido, pero lo importante es fijar bien el concepto, finalizar la sesión siempre con premio y no apresurarse si, por lo que sea, le cuesta dar este paso. Tan solo tendremos que repetir más veces.

Cómo abrochar el bozal

En cuanto el perro meta sin problema el hocico en el bozal dispuesto en el suelo, podemos aprovechar para, tranquilamente, abrochárselo mientras está comiendo el premio. Retíraselo en unos segundos y vuelve a repetir el ejercicio unas cuantas veces.

Como ves, es importante realizar esta adaptación con el perro con hambre. Si acaba de devorar su ración estará menos estimulado ante los premios, aunque depende mucho de cada animal. Algunos son tan glotones que la comida funciona en cualquier momento.

Llevar el bozal puesto

Cuando el perro ya aguanta el bozal unos segundos, solo se trata de prolongar el tiempo de uso. Repite la secuencia anterior, pero ahora no quites rápido el bozal. Mantenlo puesto mientras premias al perro para ayudarlo a seguir con el bozal. Un bozal de nailon permite que el perro siga comiendo, pero también puedes recurrir a los elogios verbales o a las caricias.

Llegados a este punto ve repitiendo el ejercicio en distintas sesiones, prolongando el tiempo con el bozal puesto y espaciando los premios. La asociación positiva con el bozal ya está establecida.

Bibliografía
Schlegl-Kofler, Katharina. 2003. Escuela de perros. La educación del perro por medio del juego. Madrid. Tikal Ediciones.

María Besteiros

Auxiliar Técnico Veterinaria y presidenta de una protectora de animales. Desde niña mis intereses giraron alrededor de los animales, la lectura y la escritura, por eso me formé para ejercer como ATV y me doctoré en Filoloxía Galega. Además, estoy vinculada a la protección animal a través de protectoras. En la actualidad soy casa de acogida de siete perros y cinco gatos. Escribir sobre perros es una forma de compartir los conocimientos que he adquirido sobre ellos a lo largo de los años, a la vez que me permite unir mis profesiones.

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