Cuando compramos alimento para nuestro perro debemos tener en cuenta, por supuesto, la calidad y la adecuación a las características de la etapa vital en la que se encuentra. Pero también es importante saber cómo guardarlo para que se conserve en perfectas condiciones.
No solo hay que reparar en el almacenaje cuando adquirimos grandes cantidades, siempre hay que mantener la comida en los lugares apropiados. Es la única forma de conservar sus nutrientes intactos hasta la fecha de caducidad y evitar que se estropee.
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Cómo preservar los alimentos
El primer paso para una correcta conservación es seguir las recomendaciones del fabricante. Aunque parece una obviedad, lo cierto es que a veces compramos la comida de nuestro perro sin fijarnos mucho, con lo que nos podemos llevar una sorpresa desagradable.
Cada fabricante indicará en el envase cuál es la fecha de caducidad de su producto y dará las directrices para su correcta conservación. Suelen solicitar que se guarde el alimento en un lugar fresco y seco, alejado del suelo o de productos de limpieza, apartado de la luz solar directa, en la nevera, etc.
Por eso, antes de comprar dedica un tiempo a la lectura de las indicaciones del envase. Fíjate también, en el caso del pienso, en cómo es el paquete, si es de plástico o de papel, y comprueba si dispone de algún dispositivo que permita cerrarlo perfectamente. En caso contrario, tendrás que dejarlo tú siempre bien cerrado después de cada uso.
El lugar de almacenaje
Según las necesidades del alimento que escojas, deberás disponer de un lugar donde mantenerlo almacenado. Normalmente, si convives con un perro de tamaño pequeño no habrá mucho problema, ya que, por ejemplo, un saco de pienso de 1,5-3 kg puede guardarse fácilmente en cualquier mueble.
Al contrario, es más difícil almacenar 12, 15 o 20 kg que pueden ser necesarios cuando el perro a alimentar es grande o muy grande o se tienen varios ejemplares en casa. En estos casos puede ser útil recurrir a un contenedor para pienso con tapa que permita guardarlo en un lugar cerrado y resguardado del sol y de potenciales ataques de insectos o plagas.
Guárdalo en su envase original, pero dentro del contenedor para protegerlo, o vacíalo dentro si el contenedor tiene un cierre hermético. En cualquier caso, el perro no puede tener acceso al alimento. Algunos son tan glotones que podrían ingerir un montón de kilos en un despiste nuestro, lo que les causaría trastornos a nivel digestivo.
¿Por qué proteger el pienso del sol?
La acción de los rayos del sol puede perjudicar mucho al pienso, ya que altera algunos nutrientes. Por ejemplo, lleva a la pérdida de vitaminas y afecta también al sabor. Este se volverá más rancio porque las vitaminas actúan como antioxidantes, ayudando a la conservación de las grasas que, sin ellos, se deterioran.
Por eso se recomienda almacenar el alimento siempre a la sombra, pero, también, en un lugar seco. La presencia de humedad favorece la aparición de moho, hongos o bacterias que comprometen gravemente, ya no solo la calidad del producto, sino la salud del perro.
Cómo cambiar el pienso
Cuando estamos terminando un envase de pienso a veces compramos uno nuevo y vaciamos lo que nos queda del antiguo en el nuevo o completamos el contenedor con el recién comprado, dejando abajo un pienso que ya va a llevar mucho tiempo ahí. Para garantizar la conservación es mejor acabar por completo el viejo antes de abrir otro.
Normalmente las fechas de caducidad de estos productos son amplias y se prolongan durante muchos meses, pero, por si acaso, mejor no mezclar. El fabricante garantiza el producto hasta esa fecha. Un consumo posterior podría suponer la pérdida de nutrientes. Además, si nos fijamos, la diferencia de frescura entre ambos piensos será considerable.
¿Cómo almacenar la comida húmeda?
Si a nuestro perro le damos las conocidas latas, es decir, alimento húmedo, nos vale para su almacenaje lo comentado ya para el pienso. Pero esta dieta tiene la particularidad de que, una vez abierto el envase, es imprescindible guardarlo en frío.
A temperatura ambiente se convertirían en un ambiente ideal para la proliferación bacteriana. Hay que tapar la lata bien, para evitar en lo posible que se seque, y conservarla, tan solo por unos 2-3 días, dentro de la nevera. Normalmente es difícil cerrar bien la lata con la propia tapa, pero pueden comprarse otras especialmente diseñadas para estos recipientes.
También las hay de silicona adaptables o se puede recurrir al socorrido papel de aluminio o film. Un rato antes de dársela al perro es buena idea sacarla de la nevera para que se atempere o calentar el contenido unos segundos en el microondas y servir directamente, asegurándonos de que no quema.
Cómo almacenar comida casera para perros
Si cocinamos para nuestro perro a diario o de manera puntual, es habitual que preparemos más cantidad de la ración que se va a comer de una vez. Por eso el congelado es una buena opción. Nada más terminar de cocinar debemos envasar lo que no necesitemos en un recipiente de vidrio a tal efecto, taparlo y, antes de dos horas, guardarlo en el congelador.
Cada uno de estos envases tendrá escrita la fecha de preparación y el contenido, si este no es perfectamente identificable. Conviene congelar las raciones de manera individual y descongelarlas siempre dentro de la nevera para evitar la proliferación bacteriana.
Bibliografía
Villagrasa, María. 2015. «Los aditivos en los alimentos para mascotas». Revista Ateuves nº 22. pp. 12-15.