Las hernias son protrusiones que pueden producirse en distintas partes del cuerpo. En los perros es relativamente frecuente y conocida sobre todo la hernia umbilical, pero también podemos encontrar hernias inguinales o perineales.
A continuación hablaremos de las hernias inguinales. Cuáles son sus características, qué problemas pueden ocasionarle a nuestro perro, qué tratamiento es el más adecuado y por qué debemos acudir al veterinario.
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¿Qué es una hernia inguinal?
Conocemos con el nombre de hernia inguinal aquella que se localiza en la ingle. Por su parte, la hernia es una protrusión de grasa o de intestino a través de una abertura que permanece en la pared abdominal y que debería haberse cerrado durante el desarrollo.
Los perros pueden nacer ya con una hernia, sobre todo en la ingle o en el ombligo, pero no siempre la detectaremos. Por eso no es raro que el diagnóstico llegue cuando el perro es ya adulto.
¿Cuáles son los síntomas de las hernias inguinales?
En principio, la hernia no tiene por qué desencadenar ninguna sintomatología. Externamente la observamos como un abultamiento, de menor o de mayor tamaño. En ocasiones no la vemos pero sí podemos palparla. En cambio, cuando la hernia se complica es posible que apreciemos síntomas como los siguientes:
- Vómitos.
- Pérdida de apetito.
- Incremento en la eliminación de orina.
- Fiebre.
- Apatía.
- Dolor, que puede indicarnos que la hernia se está estrangulando, lo que es una urgencia.
¿Cómo se diagnostica una hernia inguinal?
En general, las hernias se diagnostican al observar un abultamiento redondeado en zonas de riesgo, en este caso, en la ingle. La palpación que realiza el veterinario le dará información sobre las características de la hernia.
En los casos en los que hay complicaciones o se va a operar es posible hacer una ecografía, además de una analítica para que nos proporcione información sobre el estado general del perro.
¿Pueden prevenirse las hernias inguinales?
Lo cierto es que este tipo de hernias suelen ser hereditarias, por eso es fácil que se produzcan varios casos en una misma familia. No podemos hacer nada por alterar una predisposición genética, que es lo que impide el cierre de la pared abdominal, pero sí podemos evitar criar con animales afectados por estas hernias.
Las hernias inguinales adquiridas son aquellas con las que el animal no nace y surgen tras circunstancias vitales como una gestación, un golpe o la obesidad. Estos casos sí son evitables esterilizando, controlando la alimentación y el ejercicio o proporcionando un entorno seguro.
Vendajes en la zona y demás remedios caseros que circulan por la red no previenen, en ningún caso, la aparición de hernias ni sirven para tratarlas. Al contrario, este tipo de remedios incluso podrían resultar contraproducentes.
¿Qué perros tienen hernias inguinales?
Podemos encontrarnos este tipo de hernias en cualquier perro, independientemente de su tamaño. Pero se ha señalado que algunas razas tienen una mayor propensión a padecerlas, como el Pequinés, el Cocker spaniel o el Border collie. De la misma manera, las hembras sufren estas hernias en mayor porcentaje.
¿Cuál es el peligro de las hernias inguinales?
En una hernia puede quedar contenida alguna porción de intestino. Estos casos pueden ser causa de obstrucciones intestinales. Otra complicación de las hernias es que se estrangulen. Esto quiere decir que se produce un corte en el suministro de sangre a su contenido, lo que puede provocar daños graves.
Si localizamos una hernia en nuestro perro podemos intentar introducirla presionando con un dedo hacia el interior del cuerpo. Por supuesto, con delicadeza y parando si el perro muestra malestar. Si lo conseguimos estamos ante una hernia reductible. En el caso contrario, las hernias irreductibles son las que tienen más riesgo de estrangularse.
Además, hernias pequeñas y reductibles que no parecen revestir gravedad pueden de repente verse aumentadas o incluso estranguladas si interviene otro factor como la obesidad o un traumatismo.
La hernia inguinal en las perras
Una perra con una hernia inguinal tiene más riesgos que un macho. Para empezar, su útero puede quedar atrapado en el interior de la hernia. Como en algunos casos la hernia no se percibe hasta la edad adulta, una hembra no esterilizada corre riesgos.
Si se preña, durante la gestación o el parto el útero corre el riesgo de encarcelarse en la hernia. Las patologías uterinas también son otro factor que pueden acabar con el útero atrapado.
Tratamiento para una hernia inguinal
La cirugía está recomendada y es el tratamiento de elección en el caso de las hembras. En machos, si la hernia es pequeña y reductible, el veterinario puede pautar un seguimiento antes de decidir la operación, ya que es posible que la hernia se cierre sola.
La operación se realiza mediante una incisión abdominal. El veterinario recoloca los órganos y sutura la pared abdominal dañada. Esta cirugía se complica si se ha producido alguna lesión interna, ya que habría que repararla antes de poder cerrar. El pronóstico va a depender de la gravedad de este tipo de complicaciones pero, en general, suele ser bueno.
Bibliografía
Carlson y Giffin (2002): Manual práctico de veterinaria canina. Madrid: Editorial el Drac.