Los hay más fuertes, más secos, combinados con gruñidos o hasta con gemidos. Hay ladridos de varias clases y cada uno con un significado distinto.
Este sonido, tan fácil de reconocer pero a veces difícil de comprender, es la voz del perro; su forma de comunicarse con nosotros y con los de su propia especie. En este artículo veremos cuáles son los motivos que pueden hacer que ladre más frecuentemente.
Los ladridos, una forma de comunicación
Los perros tienen, al igual que sus antepasados, una estructura social compleja y organizada. Para ello necesitan un sistema de comunicación. De este modo, pueden expresar sus sentimientos e intenciones y, además, conocer las del resto de sus compañeros.
Para comunicarse un can utiliza principalmente tres sentidos: la vista, el olfato y la audición. En el medio natural el mensaje sonoro es muy útil y resulta clave cuando no son posibles las otras vías. Pero no solo los perros se ladran entre ellos, también es su forma de hablar con los humanos.
Uno o dos ladridos cortos y en un tono medio al vernos es su forma de decirnos “hola”. En cambio, si es muy rápido, puede estarnos alertando de la presencia de un extraño. ¿Qué es, en definitiva, lo que más suelen comunicarnos a través de los ladridos? Veamos.
Motivos por los que un perro ladra
Los peludos pueden ladrar por un sinfín de razones, externas o internas. Entre las más comunes destacan las siguientes:
- Ansiedad. Al ladrar los perros liberan estrés. Por eso, es habitual que lo hagan si están expuestos a situaciones que les provocan este estado de cansancio mental.
Por ejemplo los perros sometidos a entrenamientos muy duros, que viven una mudanza o que se sienten solos. Cuando este comportamiento es constante hay un problema, pues es un signo de que el peludo no se siente bien psicológicamente, padece estrés.
- Aburrimiento. Un perro que no sabe qué hacer, que está sin compañía y sin juguetes, puede terminar destruyendo cosas o ladrando por tedio. El problema es que muchas veces sus cuidadores no se dan cuenta de que esto ocurre, porque obviamente no están.
Además es un ladrido que puede terminar “contagiándose” por todo el vecindario. Por eso, es importante que no dejes a tu peludo demasiadas horas solo en casa y, sobre todo, sin ninguna forma de entretenimiento. De lo contrario, podría terminar con problemas de ansiedad.
- Frustración. Cuando un perro quiere conseguir algo pero no puede, se genera en él este sentimiento. Entonces, la manera que tienen muchos de mostrar tal descontento es ladrando. La frustración está también muy relacionada con la soledad y el estrés.
- Emoción. Si un can está entusiasmado o excitado es habitual que ladre. Esto tiene que ver con su vitalidad, sus ganas de jugar y de realizar actividades que le estimulen. Sin embargo, cuando este comportamiento es demasiado constante debemos reconducirlo para lograr que se sienta más tranquilo y sereno.
- Malos hábitos. Algunos cuidadores, sin querer, fomentan el ladrido de los peludos. El perro aprende que cuando ladra llama la atención, recibe comida o logra salir al exterior, lo que refuerza este comportamiento.
- Aviso. El ladrido puede ser también una alerta ante un estímulo externo que causa temor o recelo.
A menudo son cosas en las que nosotros ni reparamos: una persona que pasa por el otro lado de la puerta, el viento moviendo las hojas, la presencia de otro animal cerca…
- Problemas de visión o audición. Con la edad puede que sus sentidos se vean afectados y que se asuste más fácilmente. Por eso, si un perro anciano comienza a ladrar de forma anormal, lo mejor es que lo lleves con el veterinario para una revisión.
- Herencia. La genética también explica por qué un perro se muestra más ladrador que otro. Hay canes que, simplemente por su propia naturaleza, sienten una mayor necesidad de hacerlo. Por ejemplo, los perros de caza que siguen los rastros.
Como ves, hay muchos motivos que pueden hacer que un perro ladre. De hecho, muchas veces no solo se debe a una sola causa. Hay un conjunto de factores que pueden influir en este comportamiento.
Por ello, la mejor forma de comprender qué le ocurre es conociendo bien su personalidad y prestándole mucha atención para lograr traducir ese ladrido perruno al lenguaje de los humanos.