¿A qué edad empiezan los perros a ladrar?

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El ladrido es, sin duda, el sonido más característico de nuestros perros. Ladran para llamar nuestra atención, para avisarnos de algún peligro potencial e incluso para invitarnos a una sesión de juegos.

Por lo tanto, supone una excelente herramienta de comunicación. Pero los perros no nacen sabiendo ladrar, sino que se trata de una habilidad que se manifestará como parte del desarrollo del cachorro.

La importancia del ladrido

Ladrar es para el perro una importante forma de comunicación. Por eso lo primero que hay que tener en cuenta es que un perro no va a ladrar para molestarnos. A su manera, está queriendo decirnos algo y nuestro trabajo es averiguar de qué se trata. Esta tarea no siempre es fácil, ya que los ladridos pueden tener múltiples significados según el contexto.

Aunque todavía hay personas que piensan que ladrar es siempre un signo de amenaza o de agresividad, se trata de un gran error. Un perro puede ladrar con diferente intensidad, tono y volumen para expresar alegría, nerviosismo, alerta, susto, ganas de jugar, etc. Además, le sirve para comunicarse tanto con nosotros como con otros perros.

Por lo tanto, no tiene sentido reñir a un perro porque ladre. Incluso en los casos en los que los ladridos puedan ser excesivos estarán indicando la existencia de un problema que también tendremos que resolver. Una actividad tan importante como ladrar es lógico que remonte su aparición a la etapa de cachorro.

La edad de ladrar

Los cachorros nacen muy vulnerables y dependientes por completo de su madre. Ella los cuida, los alimenta y los mantiene calientes, ya que en las primeras semanas no son capaces de regular su temperatura corporal. Durante los primeros 15-20 días de vida, los perritos harán poco más que comer y dormir, como bebés que son.

A partir de que comienzan a moverse, hacia esa edad, empiezan también a interactuar con el entorno y a emitir ciertos sonidos que ya nos recordarán a un ladrido, aunque mucho más suave y agudo. Pero no será hasta unas semanas después, aproximadamente hacia el mes y medio, que podremos hablar de primeros ladridos propiamente dichos.

De todas formas, habrá cachorros más precoces, mientras que otros tardarán más en decidirse. Ambas situaciones entran dentro de la normalidad. El desarrollo no es una ciencia exacta. Al igual que los perros adultos, pueden ladrar por distintos motivos que podremos interpretar según el contexto.

Mi cachorro no deja de ladrar

Las personas que adoptan un cachorro suelen comprobar rápido lo pronto que estos comienzan a ladrar. No es extraño que, sobre todo los primeros días de adaptación al nuevo hogar, el cachorro ladre y llore. A veces somos nosotros los que potenciamos estos ladridos sin querer porque lo acariciamos, reforzando la conducta.

Tampoco hay que reñirle, pues podría resultar contraproducente. La idea es premiarlo, con recompensas comestibles, caricias o palabras efusivas de felicitación, cuando esté tranquilo o nos haga caso e ignorar la conducta que no queremos que repita. De esta forma va aprendiendo qué comportamientos son los que le reportan beneficios.

Pero, cuidado, porque no reforzar la conducta del ladrido no significa que tengamos que ignorar al cachorro que ladra. Es importante buscar siempre la causa e intentar resolverla, ya que podría reclamar nuestra atención por muy distintos motivos, como hambre o alguna otra necesidad básica.

¿Por qué mi perro adulto adoptado no ladra?

Aunque los cachorros recién adoptados tienden a ser vocalmente expresivos, cuando adoptamos un perro adulto es habitual encontrarnos en el caso contrario. Por edad puede ladrar, pero necesita un período de adaptación para animarse a hacerlo. Sobre todo si ha tenido malas experiencias o ha sufrido maltrato durante su vida anterior.

Simplemente hay que respetarlo, cubrir sus necesidades y esperar a que vaya tomando confianza. Pueden necesitar meses e incluso, en los casos más graves, años. Eso sí, si además de no ladrar manifiesta miedo excesivo, fobias, ansiedad, etc., hay que acudir a un etólogo o experto en conducta canina.

Perros que no ladran

En primer lugar, antes del mes y medio el perro no tiene por qué ladrar. A partir de esa fecha, tener la capacidad de hacerlo no quiere decir que el perro vaya a ladrar o lo haga cuando a nosotros nos parezca. Ladrar más o menos no solo va a depender de las circunstancias, sino también del temperamento de cada ejemplar o incluso de su raza.

Por ejemplo, un perro que vive con otros es más normal que ladre, aunque solo sea por la interacción entre congéneres. En cambio, uno que vive solo y tranquilo en un apartamento, con sus necesidades cubiertas no tendrá tantos motivos para ladrar. Por otra parte, hay razas más propensas al ladrido, mientras que otras son silenciosas casi por completo.

En cualquier caso no representa ninguna patología. Situación diferente es que nuestro perro no ladre como siempre. Un tono extraño en el ladrido sí puede indicar algún problema de salud, como una laringitis. Sería un ejemplo en el que sí habría que acudir al veterinario para diagnosticar y tratar.

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