Displasia renal canina – Causas, síntomas y diagnóstico

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Cuando escuchamos el término insuficiencia renal lo asociamos con perros ya mayores, sin embargo, existe una alteración renal congénita que puede desencadenar un fallo renal en cachorros con pocas semanas de vida. Esta alteración se conoce como displasia renal canina, y es una enfermedad hereditaria que está presente desde el nacimiento.

Los síntomas suelen estar relacionados con un fallo en la función renal, destacando la presencia de vómitos y diarrea, pérdida de peso, anorexia y retraso en el crecimiento, entre otros. A continuación, os explicamos cuáles son las causas de esta enfermedad, sus síntomas, diagnóstico y qué opciones existen actualmente para su tratamiento.

¿Qué es la displasia renal canina?

La displasia renal canina es una enfermedad congénita (los perros nacen con ella) que se caracteriza  porque uno o ambos riñones no se han desarrollado de manera normal; tienen un tamaño pequeño, son deformes y su estructura interna es inmadura. Este defecto estructural suele traducirse en una función renal deficiente que conduce a una insuficiencia renal o incluso a un fallo renal completo.

¿Cuáles son las causas de la displasia renal en perros?

Actualmente no se comprenden totalmente las causas exactas de esta patología. Hay determinadas razas que suelen verse más afectadas por esta alteración, por lo que se establece que puede ser una enfermedad familiar que se heredaría a través de un gen recesivo. Algunas de las razas predispuestas son Golden Retriever, Lhasa Apso, Schnauzer miniatura, Samoyedo, Shih Tzu, Pinscher y Caniche, entre otras.

También se está investigando la posible relación existente entre esta patología y algunas infecciones intrauterinas durante la gestación, ya que se sospecha que infecciones por herpesvirus canino en el embarazo pueden ser la causa de displasia renal en los cachorros.

Síntomas de la displasia renal

Aunque la displasia renal es una alteración que está presente desde el nacimiento del cachorro, frecuentemente los síntomas no aparecen hasta semanas, meses e incluso hasta pasados varios años de vida del perro. En ocasiones, puede no mostrar ningún síntoma, o que los síntomas sean lo suficientemente leves como para pasar desapercibidos por el propietario.

Los signos de la displasia renal varían dependiendo de la gravedad de la afección, siendo los más comunes: aumento del consumo de agua (Polidipsia), aumento de la cantidad de orina (Poliuria), presencia de sangre en la orina, pérdida del apetito, pérdida de peso, retraso en el crecimiento en cachorros, falta de actividad (Letargo), vómitos, diarrea, presencia de úlceras en la boca y mal aliento.

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¿Cómo se diagnostica la displasia renal?

Si nuestro perro muestra síntomas de displasia renal se debe acudir al veterinario para que realice un examen físico completo y las pruebas diagnósticas necesarias para poder confirmar que se trata de esta alteración.

Las pruebas suelen incluir análisis de sangre, análisis de orina, ecografía abdominal para evaluar la estructura del riñón y biopsia renal. Con la biopsia renal se diagnostica definitivamente la afección.

Tratamiento para la displasia renal

No existe un tratamiento curativo para esta afección, ya que lo que ha ocurrido es que la estructura renal no se ha desarrollado correctamente y el riñón no funciona bien.

En la mayoría de los casos, si los dos riñones son disfuncionales el perro terminará sufriendo una insuficiencia renal y el pronóstico a largo plazo no suele ser bueno. Si solo se ve afectado un riñón, el pronóstico es más favorable; sin embargo, estos casos no son habituales ya que la enfermedad suele ser bilateral.

Los tratamientos para la displasia renal se orientan a promover la función renal normal y son paliativos, no curativos. Las medidas de tratamiento más comunes incluyen:

Dieta específica renal

El cambio a una dieta renal es parte fundamental del tratamiento. En la actualidad existen dietas comerciales formuladas para proteger la salud renal, ya que son bajas en sal, fósforo y proteína, y de fácil metabolización. La suplementación con ácidos grasos omega-3 puede ser beneficiosa.

Fluidoterapia y correcta hidratación

Los perros con displasia renal se deshidratan con facilidad y en muchas ocasiones requieren rehidratación intravenosa o subcutánea para restaurar los niveles de líquidos. La fluidoterapia subcutánea diaria o cada dos días es muy beneficiosa para los animales con insuficiencia renal.

En los perros con displasia renal se debe fomentar una correcta ingesta de agua, asegurando que tengan acceso regular a agua fresca y limpia, y aumentando el consumo de agua a través de la dieta dando alimento húmedo (latitas de dieta renal).

Medicamentos

En determinados casos y con el avance de la enfermedad será necesario administrar medicamentos para tratar las complicaciones asociadas a la displasia renal. Por ejemplo, si existen vómitos o diarrea, el veterinario determinará la necesidad de administrar un antiemético o antidiurético para evitar la deshidratación del perro. También puede ser necesaria la administración de medicamentos para la hipertensión.

Terapias alternativas

Actualmente se está empleando en medicina veterinaria como terapia de ayuda al tratamiento de perros con insuficiencia renal la Ozonoterapia. Los resultados muestran un efecto protector en la preservación de la función renal gracias a su acción antioxidante sobre las estructuras dañadas.

Se trata de una técnica mínimamente invasiva, siendo su administración vía intravenosa o intrarectal.

Diálisis o Trasplante

En casos severos, se puede valorar la posibilidad de establecer un tratamiento de diálisis renal o un trasplante de riñón. Sin embargo, estos procedimientos son caros y únicamente se realizan en hospitales de referencia seleccionados.

¿Se puede prevenir la displasia renal?

Al ser una enfermedad congénita no tenemos forma de poder prevenirla, pero como existe con alta probabilidad un factor hereditario en esta enfermedad, es esencial que se evite la reproducción de los perros afectados por esta patología para que no se produzca una transmisión genética de la misma a futuros cachorros.

Bibliografía
Carlson y Giffin. 2002. Manual práctico de veterinaria canina. Madrid. Editorial el Drac.

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