Está comprobado científicamente que los perros tienen emociones. Muchos estudios han detectado que nuestros amigos más fieles experimentan sentimientos como la alegría, la tristeza, la depresión o incluso los celos.
Otro análisis concluye que poseen el mismo nivel de sensibilidad que los niños pequeños. Pero, ¿es posible que además de todo esto, sean rencorosos? Desde Soyunperro.com te contamos lo que dicen los estudios científicos.
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¿Es verdad que el mejor amigo del hombre puede sentir rencor?
Mucha gente coincide sobre cómo debe ser la personalidad de un perro: noble, leal, obediente… En resumen, un amigo que está en las buenas y en las malas. Otra idea muy extendida es que tienen una capacidad única para perdonar, sin importar lo que hayas hecho.
Pero, a medida que profundizamos en su psicología, verás que no todo es color de rosa en el universo canino. Es más, puede ser difícil aceptar que nuestro compañero por excelencia pueda albergar un sentimiento tan oscuro como el rencor. Pero es un hecho probado científicamente que los perros tienden a ser más rencorosos que otras especies no domesticadas como los lobos.
Lo que dice la ciencia: “los perros se han vuelto más individualistas y menos dependientes”
Un estudio del año 2018, llevado a cabo por la Royal Society Open Science, ha dado como resultado que los perros tienen menos tendencia que otras especies a olvidar incidentes y malentendidos con otros individuos. La principal razón detrás de esta poca capacidad de olvidar diferencias pasadas tiene mucho que ver con el hombre.
A través de siglos de convivencia con el ser humano, los perros se han vuelto más individualistas y menos dependientes de la cooperación con otros miembros de su especie. Los animales salvajes, por el contrario, saben que la reconciliación es una estrategia para mantener la funcionalidad del grupo y asegurar así la supervivencia.
Los resultados del estudio son fascinantes. En el caso de los lobos, los ejemplares tardaban una media de 10 minutos en juguetear y olerse tras una pelea, mientras que los perros ni siquiera se dedicaban una mirada horas después de finalizada la gresca; esta tozudez llevaba a nuevas disputas, con lo que el rencor iba creciendo.
Si bien los lobos son más agresivos y violentos en sus acciones, tienden a olvidar las diferencias con mayor rapidez, pues necesitan trabajar en equipo detrás del líder. Los perros suelen estar socializados en mayor o en menor medida, algo que hace que no sean agresivos en su quehacer diario. Por eso, ante cualquier malentendido, no ven necesidad de restablecer la relación con el sujeto que los agravió.
¿Qué puede hacer que un perro nos guarde rencor?
Ahora que sabemos que nuestros compañeros pueden guardar cierto resentimiento, la pregunta es: ¿qué acciones de nuestra parte pueden generar este rencor? Hay dos aspectos claves a tener en cuenta. El primero es la educación y el ambiente en el que se han criado. La segunda es a qué raza pertenece.
Respecto al primer punto hay que entender que cada ejemplar está influenciado por el medio que le rodea. Un cachorro que ha sufrido maltratos o que ha sido educado a través de métodos tradicionales que ponen foco en el castigo, guardará rencor hacia el ser humano en general y particularmente hacia quien le maltrató. Si se trata de una raza con rasgos agresivos y territoriales, su reacción puede tener consecuencias graves.
Pero, ¿existen razas más rencorosas que otras?
Los expertos aseguran que la personalidad de un perro está formada en un 50% por el ambiente en el que se cría y otro 50% por sus características innatas. En estas se combina el temperamento propio del individuo con los rasgos de la raza.
Hay variedades de carácter más orgulloso y terco. Entre estas están todos los tipos de terrier, una amplia gama de perros con pocas pulgas entre los que se encuentran el Airedale Terrier, el Lancashire Terrier, el Skye Terrier, el Blue Kerry Terrier y demás tipos de esta familia.
Otras variedades también suelen ser difíciles en el trato, como los Akita Inu, los Lhasa Apso, los Pekineses o los Chihuahuas. Estos deben ser tratados con firmeza pero sin agresividad, pues nunca olvidan una afrenta.
En definitiva: si bien hay razas más propensas a tener este sentimiento, es fundamental ofrecerles a todas un ambiente tranquilo, una educación firme y un trato amable en cada etapa vital. Un ejemplar bien criado y equilibrado tendrá menos tendencia a ser rencoroso y estará más abierto a compartir el hogar con otros perros u animales.