La expresión digna y el porte majestuoso de los ejemplares de Gran Azul de Gascuña, impresionan desde el primer momento. Desarrollados en la campiña francesa para acompañar a la realeza en sus expediciones de caza, estos perros son perfectos para familias con un ritmo de vida activo y una predilección por los paseos al aire libre.
En el ámbito doméstico son afectuosos, fieles y devotos de los suyos, con una personalidad muy sociable, especialmente con otros animales con los que comparten el hogar. Pero eso no es todo. Veamos todos los detalles de esta impresionante raza canina.
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Características físicas del Gran Azul de Gascuña
Esta clase de perros destaca por su apariencia noble y por su tamaño intimidante. Su contextura es delgada y alargada, con huesos grandes y una musculatura bien desarrollada. Poseen piernas de buen hueso y mucha resistencia. Las delanteras tienen un grosor considerable y son rectas, mientras que las traseras destacan por su capacidad atlética y por su fuerza. La cola tiene forma de sable.
Por otra parte, el Gran Azul de Gascuña tiene un cráneo con forma de domo y un hocico mediano con labios y mejillas caídas. Los ojos son redondos y de colores oscuros, con una expresión de tranquilidad y de saber estar. Las orejas, largas y caídas, se insertan a cada lado de la cabeza.
Su rasgo más característico es el manto azulado, por el efecto visual que provocan sus manchas negras esparcidas sobre el pelaje blanco del lomo. También es habitual que presenten una mota ovalada encima de la cabeza y marcas de color fuego sobre los ojos y las mejillas.
¿Cómo es el carácter del Gran Azul de Gascuña?
Pese a su aspecto imponente, estos canes suelen ser extremadamente cariñosos y muy dóciles con las personas con las que comparten su vida. Con los niños se llevan de maravilla, aunque por su gran tamaño debes controlar de cerca las sesiones de juego. Con otros animales del hogar establecerán relaciones positivas, pues se sienten más cómodos como parte de una manada.
No se adecúan tan bien al entorno de una ciudad y menos aún a vivir en pisos reducidos. Son perros muy corpulentos para sentirse cómodos en lugares estrechos y, además, poseen un aullido muy intenso y profundo que seguramente disgustará a propios y a extraños.
Un Gran Azul de Gascuña será feliz en el campo, tanto en una granja como en un chalé de las afueras donde tenga espacio suficiente para moverse. Las personas que disfrutan de las excursiones por entornos rurales o del senderismo encontrarán en estos canes a un compañero ideal.
Su instinto de caza permanece latente, por lo que debes sacarlo siempre atado, sobre todo si en tu recorrido hay posibilidades de cruzarse con animales pequeños como gatos, conejos o aves, a quienes perseguirá como a una presa. En algunos lugares aún se les emplea para acechar a ciervos y a jabalíes.
Cuidados recomendados para la raza
Los ejemplares de Gran Azul de Gascuña necesitan – al menos- 2 horas de actividad física diaria. Se recomienda que estas salidas sean por espacios abiertos, para que puedan moverse con libertad. Los ejercicios de simulacro de caza son también una buena opción, pues esto les ayuda mantenerse equilibrados.
Los canes de esta raza tardan en completar su maduración, por lo que seguirán comportándose como cachorros hasta cumplir los dos años. Por esta razón no hay que forzar sus músculos ni articulaciones hasta que se haya completado su crecimiento. Mientras tanto, evita que suban demasiadas escaleras o que trepen a los muebles cuando son pequeños.
El cuidado del pelaje es simple y no se necesita más de un cepillado a la semana. Los baños son necesarios una vez al mes, a menos que vuelvan muy sucios de alguna excursión. Asimismo, tras cada salida debes controlar sus patas para asegurarte de que no se ha clavado ninguna espina.
Sus orejas también deben revisarse con frecuencia, pues por sus características suelen acumular humedad, lo puede terminar en hongos. Por último, es recomendable mirar sus muslos y el abdomen en busca de parásitos o de garrapatas cuando regresan de áreas con una vegetación muy densa.
Historia del Gran Azul de Gascuña
Se cree que el Gran Azul de Gascuña tiene su origen en la Edad Media y que surgió tras el cruce de un ejemplar de la raza San Huberto con variedades autóctonas en lo que actualmente es la Gascuña francesa. Durante siglos fueron los preferidos de las clases aristocráticas, ayudando a los nobles en la caza de lobos, osos y jabalíes.
Lamentablemente, esta vinculación hizo que tras la Revolución Francesa se dejaran de criar y su número descendiera drásticamente en Francia. La raza encontraría en Norteamérica un lugar adecuado para continuar su desarrollo. De hecho, hay una variedad de sabuesos muy populares en los EEUU, los Bluetick Conhound, que descienden directamente de estos canes. Los Bluetick son excelentes perros de rastreo y persecución de mapaches y han heredado el gran olfato de sus ancestros europeos.
Curiosidades del Gran Azul de Gascuña
Algunos amantes de la raza afirman que las jaurías de Gran Azul de Gascuña tenían una resistencia y un olfato de tal sensibilidad que podían seguir el rastro de su presa durante semanas. Como trabajaban en grupos de cinco o más, tenían la capacidad de dar cuenta de un oso sin problemas o de inmovilizarlo hasta la llegada del cazador.
Paradójicamente, estos canes que fueron sinónimo de la monarquía absolutista en Francia se convirtieron en un símbolo de la lucha por la libertad de las colonias inglesas en Norteamérica. La leyenda asegura que fue el Marqués de Lafayatte , un aristócrata francés, quien llevó los primeros ejemplares de Gran Azul a Norteamérica.
Este noble se sumó a la lucha estadounidense por la Independencia y, en 1785, al conocer a George Washington, le regaló siete magníficos sabuesos, que acompañaron al prócer durante toda su campaña libertadora. Según muchos relatos, los Gran Azul de Gascuña y Washington se volvieron inseparables.