No te dejes intimidar por su enorme tamaño. Pese a ser el perro más alto que existe, más incluso que el Gran danés, el Lobero irlandés es sumamente dócil y amoroso con los suyos. Conociéndolo cuesta creer que en el pasado los celtas lo utilizaran para luchar en los combates cuerpo a cuerpo.
¿Sabes que en la Edad Media estos canes estuvieron a punto de extinguir la población de lobos de Irlanda? Siglos más tarde, cuando ya no eran tan necesarios para cazar, ellos también vivieron sus horas más bajas. Gracias a la labor de un capitán de ejército lograron salir a flote. Hoy son muy valorados como perros de compañía por su instinto protector.
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Características del Lobero irlandés
Su estatura le hace merecedora del calificativo de raza gigante. Sin embargo, no es un perro especialmente corpulento, más bien todo lo contrario. Sus patas son largas y musculosas, su pecho profundo, su vientre se hunde hacia dentro y tiende a encorvar la espalda. Todo ello contribuye a dotarlo de una apariencia elegante y grácil.
Su cabeza es alargada y puntiaguda, con mordida de tijera. Sus ojos, de tamaño mediano y oscuros, sus orejas, pequeñas y con forma de rosa al estar replegadas hacia atrás o caídas hacia los lados. Destacan su cuello largo y su cola, también larga, curvada y bien poblada. Su pelo es largo, duro y muy áspero, incluso el de la cara.
Temperamento del Lobero irlandés
Estos perros despliegan todo su afecto hacia aquellos con los que conviven, se llevan bien tanto con los niños como con los ancianos y con otras mascotas. Para no llegar a dañar a los más pequeños de la casa conviene socializarlos desde cachorros empleando el refuerzo positivo. Para ello, aparte de los snacks se puede recurrir a la voz y a las caricias.
Son igualmente sociables con los extraños y raras veces se muestran agresivos. Esto unido a su escaso instinto de territorialidad hace que no sean los mejores perros guardianes. Siempre están más pendientes de aquellos a los que aprecian que de defender las posesiones.
Son muy inteligentes y agradecen disfrutar de momentos en soledad, quizás porque históricamente han sido educados para cazar en solitario. No son muy vocales y se amoldan a la vida de interior, aunque por su envergadura necesitan espacio para desenvolverse y mantenerse equilibrados.
¿Qué cuidados requiere el Lobero irlandés?
Como decimos, si bien pueden vivir en una casa modesta, lo recomendable es que cuenten con suficiente espacio, por ejemplo, con un jardín cercado. Las casas espaciosas, sobre todo, las de campo son las idóneas para la salud de estos canes. No en vano, necesitan varios paseos al día y un mínimo de 1 hora de actividad intensa.
Eso sí, siempre que lo saques hazlo con correa porque su instinto de caza podría hacerte pasar más de una mala experiencia. Igualmente, si existe una cerca en tu casa, por su seguridad, no debería estar electrificada. El Lobero irlandés puede llegar a ser muy tozudo. Las escaleras están completamente desaconsejadas para ellos, podrían lastimarlos.
Su manto reclama ser cepillado 2 veces por semana. Provéele de una dieta variada y racionada porque son muy glotones y la torsión gástrica es un riesgo real. Deja la comida siempre en lugares altos y asegúrate de que está tranquilo después de comer. Corta sus uñas, así como el pelo sobrante de las orejas y de la parte trasera de las patas.
Historia de la raza
Algunos expertos apuntan a que el origen de estos perros reside en los lebreles egipcios que los celtas llevaron a Irlanda. Se sabe que los primeros pobladores gaélicos de la isla los utilizaban para cazar lobos, alces y ciervos, así como para tirar de carros o para luchar con ello en los combates.
En el año 391 d. C. el cónsul romano Aurelio los menciona con asombro, al igual que el emperador Julio César. En un fragmento de la guerra de las Galias alude a su ferocidad con la expresión «corderos en el hogar, leones en la caza». Sea como fuere, estos perros están muy ligados a las sagas mitológicas y a la literatura de los celtas.
En la segunda mitad del siglo XVII dejaron de ser necesarios y estuvieron al borde de la extinción. El capitán del ejército británico George A. Graham comenzó a cruzarlos con lebreles escoceses y con gran daneses logrando así reflotar la raza.
Curiosidades del Lobero irlandés
En la Antigua Roma se les llamaba Cú Faoil que en gaélico se traduce como «sabueso». En la actualidad, también se hace referencia a ellos como lebrel irlandés y en el argot canino son conocidos como los «gigantes amables».