El parvovirus canino o parvo, es la enfermedad vírica que con más frecuencia nos encontramos en consultas veterinarias. Es un virus altamente contagioso que puede afectar a cualquier perro, siendo especialmente susceptibles los cachorros o los perros adultos sin vacunar.
Este virus afecta al sistema digestivo de los perros produciendo vómitos y una diarrea caracterizada por su peculiar mal olor. El parvovirus se traslada fácilmente de un lugar a otro a través de las heces de los perros infectados o de zapatos y otros objetos contaminados, siendo muy fácil su contagio entre perros.
Por suerte, en la actualidad contamos con una vacuna frente a esta enfermedad, pero debemos conocer bien las características de esta patología para saber detectarla a tiempo en caso de que nuestro perro se infecte.
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¿Qué es el parvovirus canino?
El parvovirus canino o parvo es un virus que afecta al sistema digestivo de los perros. Es un virus altamente contagioso entre perros no vacunados y que afecta especialmente a los cachorros menores de seis meses, debido a que su sistema inmunitario aún es inmaduro.
Es un virus potencialmente mortal si no se trata a tiempo, ya que los cachorros pueden deshidratarse con facilidad en poco tiempo si no son atendidos con rapidez.
Una pequeña cantidad de heces procedente de un perro infectado es suficiente para contaminar el ambiente con el virus e infectar a otros perros que entren en contacto con el entorno infectado. Además, el parvo es un virus muy resistente, capaz de sobrevivir en el medio ambiente durante largos periodos de tiempo a pesar del calor o del frío.
Síntomas de la parvovirosis canina
El parvovirus ataca al tracto gastrointestinal de los perros infectados produciendo vómitos y una diarrea severa caracterizada por un fuerte olor fétido y en muchas ocasiones, con presencia de moco y sangre. Estos síntomas digestivos van acompañados de fiebre, pérdida de apetito, hinchazón y dolor abdominal y letargia.
Los vómitos y la diarrea pueden causar deshidratación e hipotermia rápidamente en los cachorros, por lo que esta patología requiere de atención veterinaria urgente.
La mayoría de las muertes por parvovirus ocurren dentro de las 48 a 72 horas posteriores al inicio de los signos clínicos, por lo que el pronóstico es bueno para los cachorros que sobreviven 3-4 días de enfermedad. Si nuestro cachorro o perro muestra alguno de estos signos, debemos llevarlo al veterinario de inmediato.
Transmisión del parvovirus canino
Los perros infectados por parvovirus canino eliminan con sus heces al ambiente una gran cantidad de partículas víricas infectivas. Se ha determinado que un gramo de heces de un perro infectado puede llegar a contener hasta un millón de dosis infecciosas.
Si un perro sano entra en contacto con las heces de un animal enfermo o con objetos contaminados por estas heces, puede infectarse fácilmente si no está vacunado.
El virus del parvo puede viajar fácilmente de un lugar a otro en el pelo o las patas de los perros o a través de zapatos u otros objetos contaminados y es un virus muy resistente que, en condiciones favorables, puede permanecer en el ambiente durante varios meses.
Por ello, es muy importante que vacunemos a nuestro perro, ya que existe la posibilidad de que en el entorno por el que pasea haya partículas infectivas de este virus o de que incluso nuestros zapatos transporten este virus hasta nuestra casa.
Diagnóstico diferencial del parvovirus canino
Por los síntomas que presenta un perro afectado por pavovirosis el veterinario llegará a la sospecha de que puede tener esta enfermedad. Para confirmar el diagnóstico existen test rápidos que se realizan con una pequeña cantidad de heces. El veterinario introducirá un pequeño hisopo por el ano del perro sospechoso para tomar una muestra de heces y podrá confirmar si el animal está infectado.
Tratamiento para el parvovirus canino
Actualmente, no existe ningún medicamento que elimine el virus del organismo del perro, es el propio sistema inmunitario el que debe combatirlo. El tratamiento va dirigido a controlar los síntomas asociados (vómitos y diarrea), evitar la deshidratación y prevenir infecciones secundarias.
El tratamiento debe iniciarse de inmediato y consiste principalmente en la administración de suero endovenoso para rehidratar al animal, medicación para controlar los vómitos (metoclopramida), dieta blanda y probióticos para favorecer la recuperación del sistema digestivo y, en ocasiones, antibióticos (cefalosporinas y metronidazol) para la prevención de infecciones secundarias.
La detección temprana de esta enfermedad y el tratamiento inmediato e intensivo son muy importantes para el pronóstico favorable de esta enfermedad. Con el tratamiento adecuado, las tasas de supervivencia pueden acercarse al 90%.
Prevención de la parvoriosis canina
La mejor forma de prevenir esta enfermedad es la vacunación temprana de los cachorros y la revacunación anual de los perros adultos frente al parvovirus.
No obstante, existe un periodo en el que los cachorros están desprotegidos frente a esta enfermedad, porque la inmunidad natural proporcionada por la leche materna puede desaparecer antes de que el propio sistema inmunológico de los cachorros haya producido, por el estímulo de las vacunas, suficientes defensas para combatir la infección.
Si un cachorro está expuesto al parvovirus canino durante esta brecha de protección, puede enfermar. Por ello, no se recomienda sacar a la calle a los cachorros ni que tengan contacto con perros no vacunados hasta que hayan completado su programa de vacunación (en torno a los 3-4 meses de edad).
A pesar de la vacunación adecuada, puede existir un pequeño porcentaje de perros que no desarrollen una inmunidad protectora suficiente y sigan siendo susceptible a la infección, aunque en caso de infectarse, desarrollarían síntomas más leves de los que se producirían de no estar vacunados. Por lo que la vacunación frente a parvovirus se recomienda en TODOS los perros.
Como vemos, el parvovirus es un patógeno que con frecuencia se puede encontrar en el entorno habitual de nuestro perro y puede llegar a causar una enfermedad grave, potencialmente mortal, si no se trata a tiempo y adecuadamente; por ello, es de suma importancia que mantengamos al día su programa de vacunación y ante la presencia de síntomas gastrointestinales acudamos lo antes posible con él al veterinario.