El síndrome de Horner es un trastorno de origen neurológico que vamos a poder visualizar como una alteración en uno o en los dos ojos de nuestro perro. Son distintas las causas que lo pueden desencadenar y van a variar en cuanto a su gravedad.
El diagnóstico del Horner es sencillo porque se aprecia el ojo diferente, pero no es fácil llegar a descubrir la causa. Por eso se recurre a la realización de pruebas específicas. Para algunos perros las lesiones son irreversibles, mientras que otros se curan de manera espontánea.
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¿Qué es el síndrome de Horner?
El síndrome de Horner es un trastorno neuroftalmológico que se produce por un fallo en la contracción de músculos faciales debido a un error de comunicación en el sistema nervioso. Esto va a repercutir en el ojo. El síndrome será unilateral, cuando afecta a un solo, o bilateral, si ambos ojos están dañados.
¿A qué perros afecta el síndrome de Horner?
El síndrome de Horner puede identificarse en cualquier perro, pero es más común en los adultos. También se ha señalado alguna raza como con mayor predisposición a padecerlo, como el Golden retriever.
¿Qué causa el síndrome de Horner?
Detrás de la aparición de este síndrome puede encontrarse un traumatismo, una mordedura, una otitis o un tumor. Pero hay tantas causas posibles que, en ocasiones, no consigue determinarse una. En este caso se hablaría de síndrome de Horner idiopático, es decir, desconocido.
Síntomas del síndrome de Horner
Un perro que padece síndrome de Horner mostrará los siguientes síntomas:
- Ptosis palpebral, que es la caída del párpado superior.
- Miosis, lo que significa que la pupila se mantiene permanentemente contraída.
- El tercer párpado, también denominado membrana nictitante, se prolapsa, cubriendo el ojo en mayor o menor medida.
- Enoftalmia, que percibiremos como si el ojo tuviese un menor tamaño y se hubiese hundido en el interior de la cuenca.
- Enrojecimiento de ojo y conjuntiva.
¿Cómo se diagnostica el síndrome de Horner?
Este trastorno presenta síntomas fácilmente reconocibles. Los cambios que se producen a nivel ocular pueden ser percibidos de manera directa por los cuidadores. En cuanto se detecten o sospechen, hay que acudir al veterinario. Con este cuadro clínico no suele haber duda de que se trata de Horner.
Pero el problema, en este caso, es descubrir la causa que ha desencadenado el síndrome. Además, esta sintomatología es similar a la que puede aparecer en otras enfermedades como, por ejemplo, la uveítis, que es una inflamación ocular. El veterinario tendrá que realizar lo que se denomina diagnóstico diferencial para encontrar la causa.
Para ello se recurre a un buen examen neurológico y oftalmológico. También se valora la realización de radiografías, ecografías, tomografía axial computerizada o TAC o resonancia magnética. Estas últimas pruebas no siempre se encuentran disponibles o accesibles.
Tratamiento para el síndrome de Horner
Este va a depender de la causa que lo haya originado. Aunque no siempre es posible identificarla, es fundamental seguir un buen protocolo diagnóstico. Por ejemplo, yendo a un origen sencillo como sería una otitis en la zona media del oído, el tratamiento sería tratar la infección.
Pronóstico del síndrome de Horner
Este también va a depender de la causa que lo ha desencadenado. Por ejemplo, si se trata de un tumor, será desfavorable. Para los demás casos no hay una regla fija. En algunos ejemplares el síndrome de Horner remite de manera espontánea en unos meses.
Y esto sucede incluso sin que se haya administrado ningún tratamiento. Pero también puede suceder justo lo contrario, es decir, para algunos perros este trastorno será irreversible en mayor o menor grado.
¿Se puede prevenir el síndrome de Horner?
No es posible prevenir todas las circunstancias que pueden desencadenar el síndrome de Horner, pero sí algunas de ellas. Para lograrlo, estas son las recomendaciones que debemos seguir:
- Cuidar los oídos para prevenir la aparición de otitis y acudir al veterinario al primer síntoma de infección, como inflamación del pabellón auditivo o secreción con mal olor.
- Mover la cabeza con frecuencia, rascarse contra objetos o frotarse las orejas con las patas son otras señales que nos pueden indicar una infección ótica y requieren la revisión del veterinario.
- Si queremos limpiar los oídos de nuestro perro debemos seguir las recomendaciones del veterinario, no utilizar nunca bastoncillos ni arrancar los pelos que se encuentran en el inicio del conducto. Un error en la limpieza puede desencadenar el Horner.
- Ojo si permitimos que nuestro perro se acerque a animales desconocidos o violentos. Una pelea, mordiscos o zarandeos fuertes pueden ser causa del síndrome.
- Mantener a nuestro perro en un entorno seguro que le evite caídas desde grandes alturas, fugas que pueden terminar en agresiones o atropellos, etc.
- Con el objetivo de cuidar la seguridad, se recomienda que los paseos, salvo en áreas habilitadas para perros, se realicen con la correa para evitar escapes o conflictos.
Bibliografía
Carlson y Giffin (2002): Manual práctico de veterinaria canina. Madrid: Editorial el Drac.
Poci Palumbo Antunes y Secorun Borges (2011): Síndrome de Horner en perros y gatos. Vet. e Zootec. 18 (3), 339-346.