Consecuencias de castigar a un perro

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Aún son muchos los tutores que, por desconocer las consecuencias de castigar a un perro, adoptan esta práctica para señalar conductas inapropiadas y evitar que se repitan. Es fundamental tener en cuenta que este tipo de método ‘educativo’ puede resultar peligroso cuando no se aplica correctamente, pudiendo incluso fomentar el desarrollo de síntomas de estrés y problemas de comportamiento, como la agresividad.

Por ello, si bien siempre alentamos el uso del refuerzo positivo para educar a un perro, hoy hablaremos del concepto de «castigo» en el ámbito de la educación canina, cuales son los tipos de castigo que existen y cómo se deben aplicar de forma adecuada y segura.

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¿Qué significa castigar a un perro?

Para conocer cuáles son las consecuencias reales de castigar a un perro, primero es necesario entender qué se entiende por castigo en términos de la educación canina. Pues, el castigo es todo tipo de acción aplicada con el objetivo de reducir la duración, la intensidad o la frecuencia con la que una conducta o un comportamiento se lleva a cabo.

Específicamente en el ámbito de la educación y el adiestramiento canino, los castigos aparecen como métodos  tradicionales que consisten, fundamentalmente, en reprender de forma sistemática toda y cualquier conducta que se considera inadecuada o indeseada para que un can deje de reproducirlas. Es decir, que se castiga sistemáticamente al perro después de la ejecución de ciertas conductas inapropiadas para lograr inhibirlas.

No obstante – y este es un punto clave -, existen diferentes tipos de castigos que suelen clasificarse en dos grandes grupos: el castigo negativo y el castigo positivo. Y al contrario de lo que se suele pensar, los términos ‘positivo’ y ‘negativo’ no pueden equipararse – al menos en el ámbito de la educación canina – a los conceptos de ‘bueno’ y ‘malo’. Para que lo entiendas fácilmente, a continuación, te explicamos las diferencias entre castigos positivos y castigos negativos.

Diferencias entre castigo negativo y castigo positivo

Aplicar el castigo negativo implica retirar o interrumpir un estímulo agradable o satisfactorio para el perro cada vez que se ejecute una conducta considerada inapropiada. Por ejemplo, si el perro tira de la correa mientras camina se interrumpe inmediatamente el paseo para desestimular este comportamiento; o si el perro intenta morder mientras juega o no quiere soltar algún objeto durante el juego, se deja de jugar inmediatamente y se le quita el juguete.

Por otro lado, la aplicación del castigo positivo consiste en provocar o añadir un estímulo desagradable o aversivo para el perro tras de la ejecución de una conducta inadecuada o indeseada. Por ejemplo, golpear o amenazar al perro por haber hecho algo “malo”, usar un collar que emite descargas eléctricas para evitar que ladre o cuando no obedece alguna orden, etc.

Por lo general, las consecuencias más peligrosas de castigar a un perro derivan de la aplicación del castigo positivo, en especial cuando esta se realiza de forma incorrecta. Ello porque exponer sistemáticamente a un perro a estímulos desagradables, incomodos o incluso dolorosos, les genera un alto nivel de estrés y puede fomentar la aparición de problemas de comportamiento, como veremos en el siguiente apartado.

5 Consecuencias derivadas del castigo en perro

Genera muy poca adhesión al entrenamiento

El uso de los castigos en la educación del perro suele fomentar un sentimiento de frustración porque jamás se ofrece una recompensa por sus buenos comportamientos, sino que únicamente ser señala – positiva o negativamente – las conductas que no debe realizar.

Ello no contribuye para que el perro asimile el entrenamiento como algo satisfactorio y quiera seguir aprendiendo. Por ello, damos preferencia al refuerzo positivo que, además de infinitamente más seguro, es un método para reconocer y premiar las buenas conductas del perro, estimulando, de esta manera, su voluntad y capacidad de aprendizaje.

Puede hacer que el perro se sienta confuso

Muchas veces, los tutores terminan castigando a sus perros por tener conductas que son totalmente naturales en el comportamiento y la comunicación canina, tales como excavar, olfatear los genitales de otros perros, sentir curiosidad por oler prácticamente todo, etc. En este sentido, hay que entender que los canes tienen sus propios códigos de conducta y no tienen por qué comportarse igual que nosotros.

Además, si se regaña o se castiga a un perro mucho tiempo después de que ha ejecutado la conducta considerada inapropiada, lo más probable es que el perro ni siquiera entienda porque está siendo castigado o regañado. En ambos casos, el resultado será una sensación de confusión, donde el perro no identifica ni la causa del castigo (la ‘mala’ conducta que no debe repetir) ni la alternativa que debe seguir (es decir, la conducta que sí debería ejecutar).

Favorece el desarrollo de síntomas de estrés y problemas de conducta

Principalmente cuando se aplica el castigo positivo, el perro es expuesto sistemáticamente a estímulos incómodos que le generan sensaciones y emociones negativas (y aquí sí ‘negativo’ se puede entender como ‘malo’), como el miedo y el estrés. Y la exposición prolongada o frecuente a este tipo de emociones es una de las causas comunes de problemas de comportamiento en los perros, pudiendo incluso conllevar a la aparición de conductas agresivas.

Reduce la confianza y puede fomentar el desarrollo de fobias o traumas

Un perro que es frecuentemente regañado o castigado por llevar a cabo diferentes acciones o comportamientos (en especial si hablamos de conductas naturales de su ‘condición canina’), no suele tener la posibilidad de desarrollar su autoconfianza y expresar su curiosidad.

En consecuencia, lo más probable es que este perro no desarrolle adecuadamente sus habilidades emocionales, cognitivas y sociales, además de mostrar un comportamiento muy miedoso ante diferentes estímulos, pues no tiene recursos para lidiar con situaciones difíciles o estímulos desconocidos. Y en casos más complejos, cuando los castigos conllevan a un aislamiento o involucran el uso de la violencia, el perro puede desarrollar una fobia o un trauma debido a la constante y prolongada exposición a estos estímulos adversos.

Puede poner en riesgo la integridad física y la salud del perro

También aquí las consecuencias de castigar a un perro suelen derivar de una mala aplicación del castigo positivo. Ello porque el uso de ciertas herramientas para provocar estímulos adversos puede provocar lesiones físicas en el perro. Y aunque podamos sonar repetitivos, el estrés generado por la exposición constante o prolongada a los castigos y regaños, es sumamente perjudicial al desarrollo cognitivo, emocional y social de cualquier animal, incluso de los perros.

Ahora que conoces las principales consecuencias de castigar a un perro, ya debes tener muy en claro la importancia de elegir métodos seguros y aplicarlos correctamente a la hora de educar a tu mejor amigo. Si tienes el tiempo y los conocimientos necesarios para dedicarte a la educación de tu peludo, en nuestro sitio encontrarás muchos consejos útiles. Pero, si consideras que no tienes los recursos necesarios para asumir esta responsabilidad, recuerda que puedes recurrir a un profesional especialista en el adiestramiento de perros o en la educación canina. Lo más importante es que le des a tu mejor amigo la posibilidad de desarrollarse y expresarse de las maneras más adecuadas.

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