La filariosis es una enfermedad parasitaria causada por un gusano, la filaria, que se transmite al perro mediante la picadura de un mosquito. Se la conoce también con el nombre de enfermedad del gusano del corazón.
Y es que este parásito se aloja en el interior de este órgano, pero, también, en las arterias que se dirigen a los pulmones y al hígado, provocando graves problemas. A continuación, veremos cómo identificar esta patología, cómo tratarla y, sobre todo, cómo prevenirla.
- También te puede interesar: Enfermedades que transmiten los mosquitos a los perros
¿Qué es la filariosis?
Esta enfermedad parasitaria, de curso crónico y evolución progresiva, se caracteriza por la presencia de gusanos adultos de filaria en el corazón. Concretamente localizados en la cámara derecha y los vasos pulmonares.
Se transmite por mosquitos y se encuentra distribuida por todo el mundo. Es más frecuente en climas cálidos, ya que, para propagarse, depende de los hábitos de vida del mosquito. Estos mosquitos pueden pertenecer a los géneros Culex, Aedes, Anopheles, Culiseta y Coquillettidia, entre otros.
En la actualidad, parece que está incrementándose su incidencia, lo que ha puesto el foco en la necesidad de prevenir. Esto es especialmente importante en las zonas donde abunda el mosquito.
El ciclo de vida de la filaria
El nombre científico de la filaria es Dirofilaria immitis. Conocer su ciclo de vida nos ayuda a entender las medidas preventivas. Es relativamente largo (por lo general de 7 a 9 meses) y comienza cuando un mosquito susceptible se infecta al alimentarse con la sangre de un hospedador microfilarémico, es decir, infectado.
Este mosquito ahora traslada en su aparato bucal larvas infectivas de filaria y cuando pica al perro, estas larvas se introducen bajo la piel excavando, hasta llegar al torrente sanguíneo. En el cuerpo del perro, sufren una primera transformación entre 1 y 12 días después. En esta fase se mantienen unos dos meses, momento en el que mudan a la fase de lombrices inmaduras.
Ellas son las que se desplazan hasta el corazón. Si hay machos y hembras van a reproducirse, lo que da lugar a microfilarias unos meses después. Estas son capaces de vivir durante años en la sangre del perro. De ahí las contraen los mosquitos cuando van a alimentarse y en ellos mudan a larvas infestivas, reiniciando así el ciclo. Cada etapa de la filaria puede ser susceptible a distintos fármacos.
Localización de la filaria
Resaltamos los lugares donde puede alojarse la filaria porque son los que explican los síntomas que vamos a poder notar en nuestro perro. Así, las lombrices inmaduras van a ubicarse en el ventrículo derecho del corazón y en las arterias pulmonares. Cuando el número de filarias es elevado, estas pasan a ocupar también la aurícula derecha. Y en infestaciones muy intensas se van a encontrar filarias en las venas cavas y en las venas hepáticas.
Con lombrices en las arterias pulmonares puede producirse lo que se denomina tromboembolismo pulmonar por obstrucción del flujo sanguíneo y formación de coágulos. Es causa, también, de insuficiencia cardíaca. Las lombrices en las venas cavas o hepáticas provocan el llamado síndrome de la vena cava, responsable de insuficiencia hepática.
Además, todas las fases del verme albergan bacterias endosimbiontes, es decir, bacterias que habitan en el interior de estos gusanos con los que mantiene una relación de beneficio mutuo. Esto es importante tenerlo en cuenta en el tratamiento, pues de no tratar antes estas bacterias, al eliminar las filarias adultas se podría producir una liberación masiva de estas bacterias ocasionando importantes reacciones inflamatorias y serias consecuencias para la salud de nuestros peludos.
Características de la filaria
Tener presente el aspecto y el comportamiento reproductivo de las filarias nos sirve para visualizar, con facilidad, el gran daño que son capaces de provocarle a un perro. Las filarias adultas pueden alcanzar hasta los 30 cm de longitud y vivir unos 5 años. En perros con infestaciones intensas pueden encontrarse unos 250 ejemplares.
Si se reproducen, cada lombriz consigue generar al día unas 5000 microfilarias, que habitan en el sistema circulatorio hasta 3 años. Cuando un mosquito las ingiere mudan en él en menos de 10 días en los climas que les resultan más propicios.
¿Qué razas de perros contraen filariosis?
El perro doméstico y algunos cánidos salvajes son los hospedadores definitivos habituales para la dirofilaria y, de este modo, actúan como reservorios principales de la infección. Pero también puede afectar a otros animales, como los gatos y hurones.
Al ser una enfermedad íntimamente relacionada con su vector, es decir, el insecto que la transmite, correrán mayor riesgo de contagio los perros de zonas con más presencia del mosquito, ya que se encuentran más expuestos a su picadura. Así, enferman en mayor proporción los perros de tamaño grande que viven en el exterior.
Esta enfermedad es endémica en España y entre las zonas de mayor prevalencia, podríamos destacar las Islas Canarias, sur de España, las cuencas de los grandes ríos y algunas zonas agrícolas de regadío, debido a su gran humedad.
Síntomas de filariosis en perros
La sintomatología de esta enfermedad va a depender del número de vermes alojados en el animal, de su localización y del tamaño del perro. Si hay pocas filarias el perro puede permanecer asintomático. En cualquier caso, debemos prestar atención a signos clínicos como los siguientes:
- Cansancio.
- Intolerancia al ejercicio.
- Tos no productiva y crónica.
- Adelgazamiento.
- Taquipnea (Respiración acelerada) y disnea (dificultad para respirar).
- Desmayos (Síncopes)
- Expectoraciones sanguinolentas en los perros con tromboembolismo, hemoptisis (expectoración por la boca) y epistaxis (a través de las fosas nasales)
- Los perros con insuficiencia hepática presentarán ictericia, coloración amarillenta de piel y mucosas, ascitis, hemorragias y anemia. Pueden colapsar y morir.
Es importante saber que cuando el perro se infecta, los síntomas no aparecen hasta 6 meses después, que es el tiempo que tarda estos vermes tardan en madurar.
¿Cómo se diagnostica la filariosis canina?
Lo primero que debemos tener en cuenta es que cualquier perro que habite en una zona de riesgo al que no se le administre protección contra los mosquitos es susceptible de portar filarias. Tomando una muestra de sangre, el veterinario puede realizar un análisis para detectar la presencia del parásito, mediante la detección serológica de antígenos circulantes, en concreto un antígeno producido por las hembras.
Pueden darse falsos negativos si todavía no hay lombrices adultas, que son las que se detectan, no hay hembras en la sangre o son pocos ejemplares. Sin embargo, estas pruebas son altamente específicas y no existe la posibilidad de reacciones cruzadas con otros parásitos, por lo que los falsos positivos son muy poco frecuentes y únicamente debidos a errores técnicos en la realización del test.
También se pueden identificar microfilarias circulantes, aunque su ausencia no indica que el perro esté sano, ya que podría haber solo lombrices adultas. A veces resulta útil realizar una radiografía de tórax, pudiendo valorar la gravedad de la infección.
En ella podría visualizarse el agrandamiento del ventrículo derecho y de las arterias pulmonares, si hay un considerable número de lombrices en la zona. El electrocardiograma o el ecocardiograma son otras pruebas que también aportan información, permitiendo evaluar las dimensiones de las cámaras cardíacas, posibles hipertensiones pulmonares, e incluso la velocidad, dirección y característicos del flujo sanguíneo.
También se realizarán análisis de sangre y orina, en ellos podemos encontrar anemia, alteraciones en el perfil de coagulación, alteración de las transaminasas hepáticas o parámetros renales.
Tratamiento para la filariosis
Es muy delicado y complejo, ya que las lombrices provocan muchos daños pero, al morir van a ser transportadas por el sistema circulatorio, pudiendo obstruir el flujo de la sangre en diferentes puntos, causando graves lesiones. Por eso el veterinario debe valorar cuidadosamente cada caso y escoger uno de los tratamientos posibles.
El objetivo es eliminar las lombrices adultas y las microfilarias, implantar medidas preventivas y evitar complicaciones causadas por las propias filarias o por su eliminación muerte. Además de eliminar previamente las bacterias asociadas a estos vermes, nombradas anteriormente, utilizando antibióticos específicos. Otro problema es que los fármacos empleados cuentan con efectos secundarios que incluso pueden ser graves. Suele inyectarlos o administrarlos oralmente el veterinario.
Puede necesitarse que el animal guarde reposo absoluto. Hay casos, sobre todo en los perros de edad avanzada, en los que resulta desaconsejable el tratamiento. Otros van a necesitar cirugía para extraer las lombrices adultas. Tras el tratamiento se repiten los análisis para comprobar que el perro esté libre de filarias.
¿Cómo prevenir la filariosis canina?
El veterinario, en función de la región en la que vivamos y las características del perro, nos recomendará la profilaxis más adecuada.
En el mercado encontraremos productos que evitan que el mosquito pique a nuestro perro. En función de la zona, pueden utilizarse todo el año o solo durante la temporada de presencia del insecto. Generalmente, desde abril hasta el mes de octubre, los mosquitos transmisores de la filariosis canina están especialmente activos. Por este motivo, durante estos periodos, hay que tener especial cuidado con nuestros peludos.
Si sospechamos que el perro puede tener filarias, antes de utilizar estos productos es conveniente hacer un análisis por si acaso ya estuviera infectado. Como nada va a resultar 100 % eficaz, conviene que sigamos medidas para evitar al máximo la exposición del perro a los mosquitos.
Estos salen a alimentarse al anochecer, por lo tanto, protegeremos al perro si lo mantenemos en el interior durante ese tiempo. Hay que evitar zonas de cría de los mosquitos, como aguas estancadas o de ambientes húmedos. Puede también recurrirse a productos repelentes para utilizar en el ambiente.
Es importante llevar una rigurosa prevención, especialmente en zonas endémicas, pues tan sólo un olvido o retraso en la toma de nuestro tratamiento preventivo, podría costarnos la infección de nuestro compañero.